Nuestra compañera Claudia Bolaños participa en el reciente documental sobre Juana Barraza, difundido por Netflix, «La Dama del Silencio»

Claudia Bolaños | Twitter: @claudiabola

En mis años como reportera de la de Seguridad, conocí a Juana Barraza Sampeiro cuando ella ya estaba en prisión; entonces su principal preocupación eran sus dos hijos menores de edad que habían tenido que ser llevados a un albergue en Cuernavaca, porque eran agredidos por ser hijos de la primera asesina serial mexicana.

En los últimos días, ha vuelto a ser tendencia en los medios de información, porque se rompió una pierna y salió un documental que trata sobre su caso, la estela de dolor que dejaron sus crímenes y los errores de las autoridades.

En ese 2006, las autoridades estuvieron felices con ese golpe de suerte, y el jaloneo por detenerla, lo ganó, de chiripa, la entonces Secretaría de Seguridad Pública que dirigía Joel Ortega, quien llegó al mismo lugar de la detención, y se llevó los reflectores, mientras que la gente de la Procuraduría capitalina, a cargo de Bernardo Bátiz, tuvieron que aguantar.

Y en prisión una mujer que se dedicaba a hacer quehaceres en las estancias de otras internas con mayores recursos que ella, o que cobraba unos pesos por cuidar la ropa tendida de otras internas, para que unas más no la robaran, esperaba esa detención, la de Juana.

Ella era Araceli Vázquez, la primer acusada de ser la Mataviejitas, dos años antes, y quien esperaba que cuando agarraran al verdadero responsable de esos crímenes, sería liberada.

Así que cuando cayó a esa cárcel femenil Juana Barraza, Araceli ella hasta alistó sus pertenencias para esperar su salida, pero eso no fue y no ha sido así.

El documental de la productora Mezcla, dirigida por José María Cuevas, estrenada este jueves por Netflix, refleja el uso de los más desprotegidos por parte que las autoridades, para sus propios beneficios. La cárcel está llena de pobres, se sabe, y una es Araceli que si bien robó, como ella misma lo confesó, no asesinó, lo que la autoridad no pudo comprobar, pero sí sentenciarla.

Acusada de un crimen que no cometió, sigue interna en Santa Marta, en espera que esta filmación le haga justicia y alguna autoridad solucione los errores ya reconocidos y exhibidos en este trabajo de investigación a cargo de Karla Casillas.

«Que alguien revise su caso», es lo que espera la directora y seguramente todos los que vean este primer documental de Mezcla, al saber de la fascinación de las personas por el «true crimen».

Me invitaron a participar en el mismo, y obviamente acepté, con la fortuna de poder recapitular y hacer una crítica a la fabricación de culpables tan gustada en México.

En este tiempo, he ido conociendo otro poco de la historia: que cuando Juana llegó a prisión, pronto encontró allí un lugar. En un principio, todas le huían a compartir celda con ella; pero luego se hizo de sus amigas y su grupito.

«Es de carácter voluble y lo mismo te saludaba bien que luego te retiraba toda palabra», me contaron.

Juana ha tenido sus beneficios y hasta consiguió tener el permiso de venta de medicamentos sin receta, vender comida y llevar a algunas luchadoras, amigas suyas, a amenizar un par de eventos en el Centro Femenil de Santa Martha Acatitla.

De manera extraoficial se ha conocido que la también llamada «Dama del silencio» consiguió novio a través de cartas que se enviaba con un interno de la cárcel contiua que es varonil, y tras el intercambio de escritos, se casó y desilusionada del individuo, se divorcio; también se volvió cristiana y hasta grabó su testimonio para esta religión.

La afección en su espalda creció y ahora la sigue atormentando, al igual que su hipertensión y diabetes que la hace tener que ser dializada. El domingo pasado, por si fuera poco, se cayó y se quebró una pierna.

Dentro del sistema penitenciario la consideran como una persona con una salud muy vulnerable.

Y mientras todo esto transcurría, iban quedando en el olvido las víctimas y sus deudos, quienes ahora en una de las plataforma de streaming de más alcance, tienen la oportunidad de hacerse escuchar y dar a conocer el lado de su historia, la que no había sido contada y ver las escenas al interior de una casa de las víctimas, la cual sigue intacta.

Y Sepa La Bola pero quién también quien decidió hablar sobre su historia en un documental, en el de «Narcosatánica», de HBO, es Sara Aldrete, quien desde el Penal de Tepepan reabrió la puerta a ese caso de finales de los 80s que comprueba que personas del mundo del espectáculo, de la política y del sistema de administración de justicia, buscaban y siguen buscando su protección a través de la santería.

El tema muestra también la alteración y desaparición de pruebas y lugares de hechos, los abusos y falta de rigor en las investigaciones. Lo mismo de siempre pues.