El presidente López Obrador tiene, por sí mismo, no por Morena, un voto duro cautivo con los beneficiarios de los programas sociales, que para el próximo año serán 26 millones de mexicanos

Raúl García Araujo | @araujogar

La sucesión presidencial está decidida, y guste o no, será de Morena. La irrupción inducida, de Xóchitl Gálvez en la contienda presidencial será tan solo una marejada que no mojará la cintura de algún bañista en la playa electoral de junio del próximo año.

La razón es sencilla, quien vote el próximo año en favor de Morena, lo hará por Andrés Manuel López Obrador, no por una de las llamadas corcholatas: Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López Hernández, Ricardo Monreal, Manuel Velasco o Gerardo Fernández Noroña.

Deliberadamente no incluimos a Marcelo Ebrard, estimado lector, porque como lo dijimos hace ya algunos años en este mismo espacio (y fuimos los primeros en vaticinarlo), él jugará por fuera una vez que tenga más claridad que él no será el ungido por el índice presidencial.

Y si la razón es simple, la ecuación lo es aún más. El presidente López Obrador tiene, por sí mismo, no por Morena, un voto duro cautivo con los beneficiarios de los programas sociales, que para el próximo año serán 26 millones de mexicanos.

A estos 26 millones habrá que sumarles los de sus familiares, que tuvieron un alivio con las tarjetas «que les entregó el presidente López Obrador», estribillo que se les hace ver cuando obtienen su mica para recibir los recursos de alguno de los programas sociales del gobierno de la Cuarta Transformación.

A esta ecuación habrá que restarle a quienes sin ser partidarios reciben los recursos de los programas sociales del gobierno de López Obrador.  Además de los desencantados con el gobierno de la Cuarta Transformación.

Sin embargo, habrá que considerar a una buena cantidad de jóvenes, a los que verdaderamente se maltrató por partida doble en gobiernos priistas y panistas, primero negándoles la posibilidad de empleos, aun para aquellos que habían terminado sus carreras de licenciatura, maestrías o doctorados. Por si no fuera poco, se les estigmatizó con el mote de «Ninis» jóvenes que no estudian ni trabajan.

En suma, el presidente López Obrador tendrá en el bolsillo un aproximado de 30 millones de votos.

Como en todo régimen, el ejército de abstencionistas termina beneficiando al candidato del partido en el poder.

En todo este entramado habrá que ver varias cosas, primero si la senadora Xóchitl Gálvez sostiene el empuje que tiene hasta el momento, empuje que para muchos es promovido por grupos de poder; luego que se defina la situación de Marcelo Ebrard, o le dan un trato de «Juanito» y lo usan como moneda de cambio, ofreciéndole una buena posición en la Cámara de Diputados o Senadores.

Habrá que ver también el rumbo que decida tomar Dante Delgado y su candidato presidencial en este juego de ajedrez.

Por lo pronto, la irrupción de Xóchitl Gálvez será pasajera, y en esto, paradójicamente, incidirá su decisión, asesorada, por el equipo del empresario Claudio X González, de pedir al INE que ordené al jefe del Ejecutivo frenar el uso de su nombre en las mañaneras.

Su mención desde el púlpito presidencial, la ayudó sin duda en el nivel de conocimiento por la fuerza que tienen las mañaneras, pero también es cierto que habrá un daño en su banda de flotación porque las menciones no han sido favorables, sino todo lo contrario, han sido dardos envenenados lanzados por el principal maestro de la repetición del país.

El presidente López Obrador debe estar preocupado, eso sí, por si su «corcholata» y su fuerza le alcanzarán para obtener lo que parece una obsesión en él, que es alcanzar la mayoría en el Congreso de la Unión para concretar la reforma al Poder Judicial que tanto desea, pero no por si gana o no la Presidencia, sino para seguir teniendo el poder detrás del trono.

En Cortito: Pura faramalla y fraude resultó el supuesto combate contra las chelerías que emprendió el alcalde de Coyoacán, Giovanni Gutiérrez. Su supuesta lucha contra esos «negocios» fue para poner las de sus allegados.

Es así como ahora pululan como hongos en la zona de los pedregales las chelerías clandestinas y «autorizadas», lo que es no tener la más mínima maaaaanera de ser, porque aparejado a las chelerías, se da el narcomenudeo, que se ha visto incrementado en la gestión del “prianperredista”, Giovani Gutiérrez, en los pedregales de Santo Domingo, Ajusco, Santa Úrsula, Ruiz Cortines y Díaz Ordaz.

Aunque esto no es solo su responsabilidad, sino de los jefes policiacos que los apadrinan, con lo cual contribuyen al envenenamiento de los jóvenes de la zona, varios de ellos menores de edad, quienes para conseguir la droga se dedican a asaltar en motos robadas, las cuales circulan a todas horas de la noche, madrugada y el día, sin que los patrulleros del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, los molesten.

En temas mexiquensesla gobernadora electa del Estado de México, Delfina Gómez, avanza en la construcción de su proyecto de gobierno para los siguientes seis años. La mandataria tomará protesta el próximo 15 de septiembre y mientras llega esa fecha, trabaja a marchas forzadas en el proceso de transición. Para este 19 de julio se espera un nuevo encuentro con el todavía gobernador Alfredo del Mazo para continuar con estos trabajos que caminan de manera cordial y sin incidentes. Lo que también es interesante, es que a la par, en Morena, también existe tiempo de definiciones y proyectos políticos. Uno de ellos, es la aspiración de la diputada local, Azucena Cisneros, a quien la gobernadora Delfina la ve como la más fuerte aspirante a la presidencia municipal de Ecatepec en 2024. Antes y durante la campaña, ambas mujeres reafirmaron sus lazos políticos para trabajar juntas por el desarrollo no sólo de la entidad mexiquense, sino también de sus municipios.