A nuestros políticos, empezando por el presidente López Obrador, parece no importarles el cuidado de sus palabras y sus silencios

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

Hace unos días encontré una frase del novelista y filósofo francés, Jean Paul Sartre, que llamó mi atención: “Cada palabra tiene consecuencias, pero cada silenc io también”. Después de leerla me puse a pensar y llegué a la conclusión de que los seres humanos no sabemos cómo y cuándo hablar y tampoco cómo y cuándo callar. No hemos aprendido a usar el enorme poder de la palabra y del silencio.

Veamos primero el plano personal. ¿Cuántos problemas hubiéramos evitado de haber pedido ayuda a tiempo, cuando enfrentábamos un problema? ¿Cuántos problemas habríamos evitado si en lugar de responder al calor de un momento, hubiésemos guardado silencio? Quizá muchas familias, relaciones o amistades, en este momento no estarían rotas o fracturadas.

Pero dejemos a un lado los sentimentalismos y pasemos a ver lo que pasa, digamos, en el ámbito público con las palabras y los silencios. Entendamos por ámbito público áreas como la política, la economía, los espectáculos o el comercio, en pocas palabras, todo lo que pueda afectar a la sociedad en su conjunto.

Las diversas entidades públicas, llámese gobiernos, partidos políticos, empresas o alguna otra organización social, cada vez que salen a decir algo deben tener extremadamente claro sus objetivos, porque sus palabras pueden afectar a sectores sociales e incluso provocar revoluciones.

Elena Compte, una de las más destacadas expertas en relaciones públicas en España, señala que todas las “organizaciones” deben tener una actitud abierta a la sociedad, pero subraya que nunca se debe hablar a botepronto, se debe pensar lo que se va a decir, sobre todo en momentos de crisis. Las frases “sin comentarios” o “yo tengo otros datos”, la favorita del presidente López Obrador, no caben en la comunicación de una entidad pública (gobierno, empresa u ONG), es preferible responder con un “estamos recopilando información”, que con una mentira o acción evasiva.

Por su parte Xavier Domínguez, destacado estratega político español, subraya la importancia de “administrar los silencios”, ya que no todos los dichos son merecedores de una respuesta.

Pero a nuestros políticos, empezando por el presidente López Obrador, parece no importarles el cuidado de sus palabras y sus silencios. Con la mayor naturalidad miente y “agrede” a las personas que no están de acuerdo con el credo de la 4T. Las afirmaciones que realiza en muchas ocasiones están muy lejos de ser verdad.

El presidente en varias ocasiones ha dicho, desde su púlpito mañanero, al ser cuestionado por algún tema en particular, que muchas de sus palabras son ejercicio de su derecho de réplica, su derecho a disentir, porque es como como cualquier otro ciudadano. Sin embargo, eso no es así. Andrés Manuel López Obrador no es como cualquier ciudadano, es el presidente de México y muchas veces convierte sus palabras en dardos envenenados.

Pero el mal uso de dos armas tan poderosas como lo son la palabra y el silencio no es exclusiva del presidente López Obrador, también lo podemos encontrar del lado opositor.

El Frente Amplio por México que agrupa al PAN, PRI y PRD, se ha visto cuestionado por los aspirantes pertenecientes al PRD que se quedaron en el camino en el marco del proceso de selección de quién será su candidato presidencial. El mismo partido dejó entrever la posibilidad de dejar el Frente si no recibía una explicación pronta y clara (será que se dieron cuenta que están vendiendo su amor muy barato. Bueno, esa es harina para otro comentario).

Por su parte Miguel Ángel Mancera interpuso un recurso ante el Tribunal Electoral para que investigue el motivo por el que fue relegado de la contienda.

Este tipo de actitudes más que beneficiar al Frente lo perjudican, porque al exterior se está proyectando desunión. Por otra parte, el ex jefe de gobierno de la CDMX es percibido como alguien que busca un hueso a cualquier precio.

Pero dentro de la clase política también hay ejemplos de personajes que saben usar las palabras y los silencios de manera correcta, uno de esos ejemplos es Enrique de la Madrid. El mensaje en el que aceptaba su derrota dentro del proceso para elegir el candidato presidencial dentro del frente opositor fue claro, directo y sin aspavientos.

“Felicito a mi compañera y amiga Beatriz Paredes @BPR2012, así como a @SantiagoCreelM y @XochitlGalvez por pasar a la siguiente etapa para encabezar el Frente Amplio por México. Estoy convencido de que un #MuchoMejorMéxicoEsPosible”, publicó en su cuenta de X (antesTwitter).

Sabe, estimado lector, después de escribir estoy cayendo en la cuenta de que a nuestra clase política no le importan las consecuencias de las palabras y los silencios, siempre y cuando los beneficien.

EN EL TINTERO

-Marcelo Ebrard llegó al punto de no retorno al denunciar una campaña de acarreo en favor de la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Como era de esperarse, los aludidos en el discurso de Marcelo negaron todo.

-Fue algo, digámoslo menos, poco agradable que cuando le preguntaban al presidente López Obrador sobre los cinco Jóvenes en Lago de Morena, el mandatario contestara con un chiste.

-Revisen la seguridad de sus cuentas de Facebook, a mi primo le hackearon su cuenta y comenzaron a pedir dinero en su nombre. Una de sus maestras de la secundaria cayó en el engaño.