En México diariamente son asesinadas 11 mujeres. De enero a diciembre de 2022, 947 casos fueron clasificados como presuntos feminicidios, en la mayoría no hay un culpable

Itzel Cruz Alanís | Twitter: @i_alaniis

Se llama Carolina Islas Dorantes, su segundo nombre es Leticia, como su madre, tiene 29 años y tres hijos de 6, 7 y 9. 

El 27 de enero salió con su pareja Iván Guadarrama Hernández de 32 años y desde entonces se perdió su rastro.

Según me dicen los familiares, partieron de la zona de Santo Tomás Ajusco, en la alcaldía Tlalpan rumbo al centro de la Ciudad de México. Esa noche llegaron a un bar en la calle de Madero, estuvieron un par de horas y salieron. Ambos fueron captados por cámaras de seguridad del C5 cuando subían a una camioneta azul marca Chevrolet placas PBA5487. 

Luego de la desaparición, David y Hugo, hermanos de Caro, Leticia, su madre, sus tíos y primos, así como sus amigos decidieron bloquear Viaducto Tlalpan para que la gente, pero sobre todo las autoridades, supieran que faltaba la joven. Cerraron para que la buscaran lo más pronto posible porque los ministerios públicos se niegan a buscar en las horas siguientes a una desaparición, horas cruciales para obtener resultados. 

Ernestina Godoy, fiscal general de justicia de la CDMX, los recibió en el búnker. Les prometió una mesa de trabajo todos los días a las 5 de la tarde. La reunión estaría encabezada por May Gómez, titular de la Fiscalía de Investigación y Persecución de los Delitos en Materia de Desaparición Forzada de Personas y la Desaparición Cometida por Particulares y Búsqueda de Personas Desaparecidas. Un fiscal señalado de indolente y negligente en reiteradas ocasiones por los familiares de las víctimas. 

A casi un mes nada se sabía de la pareja. El 16 de febrero la familia volvió a protestar afuera de la fiscalía para pedir respuestas, cansados de obtener siempre la misma o contradictoria información. 

Al salir, la comisión de búsqueda les pidió que se trasladaran a Morelos porque habían encontrado un cuerpo. 

Los hermanos de Caro, habrían reconocido a la joven desaparecida por las prendas y por tatuajes, pues el cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición. 

El hallazgo se dio gracias a una llamada anónima el 14 de febrero en el kilómetro 8.5 de la carretera Huitzilac- Santa Martha en una zona completamente boscosa, en medio de la nada. Sin casas aledañas, sin cámaras, sin testigos. 

Ahora se realiza la confronta genética para determinar si es o no Carolina Islas. Los resultados pueden tardar hasta 2 semanas en darse a conocer. De Iván no se sabe nada. Su familia no habla, no alza la voz, no cuenta qué paso. De él se sabe que vivía con su madre y su hermano menor en Toluca, Estado de México, donde fue emitida su ficha de desaparición. Vivían los tres juntos y tenían una relación disfuncional, la madre y el hermano menor constantemente atacaban a Iván quien se dedica al negocio de la imprenta. 

Iván Guadarrama aprovechaba los fines de semana para ver a Caro y juntos viajaban para entregar los pedidos pendientes en el negocio. 

Cuando la autoridad levantó el testimonio a la madre de Iván, dijo que no sabía de la existencia de Carolina aunque su hijo y ella llevaban alrededor de 2 años y medio de relación. 

Ambas fichas de búsqueda siguen activas hasta que se confirme que el cuerpo es de Carolina. 

Sea o no sea la joven madre, debemos reflexionar sobre qué está pasando y por qué las mujeres que desaparecen en la Ciudad de México son encontradas en Morelos. 

¿Hay tal impunidad en esa entidad como para que los feminicidas se crean intocables? ¿O será que las mil cámaras de seguridad que hay para todo el estado (algunas inservibles) son insuficientes? ¿Es por la cercanía que tiene esta estado con la capital del país y con el Edomex? ¿Por la nula vigilancia en carreteras?

A la brevedad tanto autoridades de Morelos como de la Cdmx tienen que rendirnos cuentas del modus operandi de Rautel N, quien habría tirado el cuerpo de Ariadna Fernanda en la autopista La Pera-Cuautla entre el 1 y el 2 de noviembre y el del o los responsables de dejar en días pasados a otra mujer sin vida, que ahora se piensa es Carolina Islas, en un barranco detenida solamente por una televisión que evitó que el cuerpo se fuera al abismo. 

Nos están matando y no lo entienden o tal vez no lo quieran entender. 

Este, queridos lectores, es el rostro y la historia de una víctima más de violencia en México. Sea Carolina o sea cualquier otra. No la olvidemos.