Después de la megaelección viene el obligado reacomodo de fuerzas políticas y la discusión de llevar a cabo una reforma electoral
Dobleces
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Sin duda las fuerzas políticas integradas en la Alianza van por México despertaron con un agridulce sabor de boca. Alejandro Moreno, dirigente del PRI, Marko Cortés del PAN y Jesús Zambrano del PRD tienen enfrente a sectores de sus partidos inconformes por la laxitud de una alianza que sólo fue un flotis rumbo a 2024.
Y es que fueron varios factores los que atomizaron en muchas regiones el voto y eso le quitó fuerza a la alianza. El PRI fue en este caso el eslabón más débil. Su dirigencia sufrió disfunción desde que llegó ya que fueron muchos lo llamado de que se encontraba en una posición débil y los grupos antagónico no cesaron en señalar las pifias. A final de cuentas sostener los 158 distritos en los que fueron juntos los tres partidos se tambaleó por la opacidad sobre la que se movió el dirigente priista a lo largo del proceso y pr su fascinación de solo recargar la batería priista en los estados en los que se sintió fuerte.
A esto se suma que los partidos nuevos como Fuerza Por México, Redes Sociales Progresistas y Partido Encuentro Solidario son los satélites de Morena que tiene el gran reto de conseguir el registro. Hacer alianzas de conveniencia en el legislativo y ceder espacios y legisladores en cuanto el partido en el poder los necesite para impulsar la serie de reformas que se alistan para septiembre próximo.
En este reacomodo de fuerzas y ajuste futuro a la democracia el PRI está en el escenario de mantener su voto duro, el PAN la disminuye; PRD la aumentará; Morena disminuye, mientras que el PT se queda como el partido bonsai que ha mantenido por muchos años Alberto Anaya.
La contienda se regionalizó con liderazgos y zonas de influencia en donde se marcó la polarización y se jugó con la misma carta de se está a favor de la cuatroté o en contra de ésta. Ya no hay centro político. Los partidos lo borraron. Ni siquiera Movimiento Ciudadano de Dante Delgado jugó un papel atractivo sólo fue un esquirol contra bloque opositor de “Va por México”.
Por ello lo que viene es una reforma electoral, ya será el debate que se dará después de las elecciones, sin duda. Pero el punto no sólo es reformar al INE sino el juego de los partidos políticos ante un escenario de polarización extrema y violencia sin precedentes. Si bien noo es extraño que después de un proceso electoral se ponga en el debate la necesidad de una reforma electoral, generalmente esta sea después de las elecciones presidenciales; sin embargo, por el tamaño de esta elección sacó a flote el camino que se debe reforzar.
Gran parte de la discusión se encuentra en el marco del calor de la contienda, lo que valdrá la pena es esperar, que se pueda discutir si se tiene que reformar la institución, en qué sentido, para qué y cómo podemos fortalecer las instituciones garantes de la democracia.