La premura por inaugurar antes del proceso de Revocación de Mandato fue un error pues aún faltan muchas cosas

Por: Lucas Ortiz Chávez

La frase «los niños nacen cuando tienen que nacer» se la escuché a un pasajero que llegó la noche del 22 de marzo al Aeropuerto Felipe Ángeles y trataba de conseguir, como yo, un taxi que lo llevara a la Ciudad de México.

Molesto por que no había pago con tarjeta bancaria, debido a que el local que ocupa el sitio de taxis no tiene energía eléctrica, y en la nueva terminal aérea aún no hay cajeros, tuvo que hacer desde su celular una transferencia pues no traía efectivo suficiente.

«Es que hubo un corto circuito y toda esta ala se quedó sin luz», decía a manera de disculpa la empleada del sitio de taxis que llenaba el registro del pasajero a mano.

El hombre pagó más 900 pesos para llegar a su destino; de haber llegado al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, su taxi no le hubiera costado más de 300 pesos. «Los niños nacen cuando tienen que nacer, no antes no después, para que abren si no están listos», dijo mientras las personas que lo atendían, asumían con desgano.

«Lo sentimos de verdad», le contestaba otra empleada.

La falta de oferta para trasladarse del nuevo aeropuerto a la ciudad de México se ve reflejada en la existencia de un sólo sitio de taxis autorizado que maneja las tarifas a su antojo. Además de que en el mostrador advierten que el precio del viaje es independiente del pago de las casetas.

Por ejemplo, a mi que iba hacia la colonia Doctores, me cobraron 972 pesos pero a otro pasajero que quería llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, 650 pesos. Es decir la diferencia de la Doctores al AICM la valúan en más de 300 pesos. Un verdadero robo.

A diferencia del día de su inauguración, el martes, segundo día en operaciones del AIFA, la terminal lucía casi vacía.

La llegada a las 7:07 de la noche, procedentes de Mérida, Yucatán fue sin contratiempos; no se veía ningún otro avión en puerta de salida. Según nos dijeron, nuestro vuelo era el último que se esperaba ese día.

Ningún local comercial estaba funcionando, tampoco había vendedores ambulantes como se reportó durante la inauguración. Como bien reflejaron los memes, «ni las tlayudas regresaron al nuevo aeropuerto».

En el avión nos enteramos que hubo quien compró a esta terminal debido a que era más económico; como Gabriela quien tenía como destino final Monterrey.

Un vuelo directo desde Mérida le salía en más de 6 mil pesos; haciendo escala en el AICM en 5 mil pesos pero si volaba al Felipe Ángeles y un día después a la sultana del norte despegando desde el AICM le salía en 3 mil pesos.

Hubo otros que al comprar por internet no se dieron cuenta que su vuelo aterrizaba en el Felipe Ángeles y lo eligieron por ser el más barato. A su llegada, se daban de topes porque habría que pagar un costoso traslado y en algunos casos, conseguir hospedaje en la ciudad de México.

El nuevo aeropuerto es grande y lo que está a la vista de los viajeros se ve muy bien; el problema es el momento en que fue abierto: cuando aún faltan cajeros, casas de cambio, oferta de taxis, las conexiones carreteras y opciones de transporte público seguro como creo será el tren suburbano.

La premura por inaugurar antes del proceso de Revocación de Mandato fue un error, porque es evidente que el Felipe Ángeles será un aeropuerto útil, pero para que eso ocurra, aún falta mucho. Lo dicho, los niños nacen cuando tienen que nacer.