De seis gubernaturas, la oposición sólo obtuvo dos: Aguascalientes y Durango que ya gobernaban

Raúl García Araujo | @araujogar

Los resultados de las elecciones del domingo pasado tienen varias lecturas, ninguna favorable para la alianza PRI-PRD-PAN.

Así que entonces de qué se ríen Alejandro Moreno Cárdenas, «Alito»; Jesús Zambrano y Marko Cortés.

Seguramente sus trasnochados asesores en imagen les dijeron que fueran al único estado que podían ganar (Aguascalientes) y de ahí, de ser el caso, construyeran una narrativa triunfalista y mostraran una sonrisa de oreja a oreja, aunque por dentro estuvieran que se los llevaba pifas (expresión de las abuelas para decir que te llevaba la tiznada).

Y, o son pésimos sus asesores o de plano unos mercenarios, porque tanto éstos, como los dirigentes, deberían saber que debe existir congruencia entre la imagen y el discurso para generar confianza, es decir deben estar alineados.

Y en su evento hubo todo, menos congruencia en estos dos elementos. Por un lado carcajadas fingidas y señalamientos casi al unísono de haber sido los grandes triunfadores, y de haber derrotado al autoritarismo y vencido en una elección de estado, y bla, bla, bla.

Y por otro, la avasalladora realidad, los tres partidos y sus líderes fueron sobajeados, humillados en las elecciones del domingo pasado.

Y, como dijera un querido maestro de matemáticas de la secundaria, si Pitágoras no era peluquero, los números ahí están.

De seis gubernaturas, solo obtuvieron, y en alianza, dos: Aguascalientes y Durango, que en realidad las retuvieron porque ahí gobiernan.

Y perdieron cuatro, a saber Oaxaca, Tamaulipas, Hidalgo y Quintana Roo.

¿Dónde está entonces el gran triunfo de la alianza PRI-PAN-PRD?

La ecuación de esta fórmula ganadora no resiste el más mínimo análisis de la lógica, ni la aritmética.

Así que por más que les digan sus asesores lo contrario, no les hagan caso, no les paguen, los están timando, a menos de que se dejen aplicar la máxima de que ladrón que roba a ladrón… pero al revés.

Señores del PRIAN-PRD, entre más rápido asimilen la gran derrota que les profirieron los morenos, más rápido podrán tomar las medidas correspondientes, enmendarán los errores y podrán reiniciar la cuesta arriba.

De no hacerlo se las volverán a aplicar los morenos y aliados en las elecciones del próximo año en el Estado de México y Coahuila.

Claro, con agravantes, porque habrá un PRI completamente desfondado, ya que la desgracia no genera adeptos, pero la victoria sí, y ya para entonces muchos priistas arribistas estarán saltando al buque que los arrolló.

Los menos brincarán al PAN, si les ofrecen alguna que otra migaja, y los del PRD, si es que sobreviven algunos, éstos morirán de inanición por la falta de presupuesto.

Movimiento Ciudadano seguirá veleteando, dejándose llevar por el brillo del dinero y el viento los arroje.

No obstante que Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador son los grandes triunfadores del proceso del domingo pasado, también hay grandes lecturas del mismo, que deberían hacer, antes de dejarse obnuvilar por la soberbia y el desprecio del rival.

«Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar contigo», profesaba Mahatma Gandhi. Quizás en él deberían inspirarse los integrantes de Morena antes de ser arrollados por el tsunami de la sobradez, la intolerancia, el egoísmo y la indolencia.

Y es que el riesgo de sucumbir a las tentaciones anteriores está presente, más si se muestran actitudes egoístas y triunfalistas por lo sucedido en Quintana Roo, cuya lectura es interesante.

El triunfo del presidente y Morena en esa entidad lleva implícito el apoyo a la construcción del Tren Maya, y constituye un mentís a todos aquellos que se oponen a esa emblemática obra del lopezobradorismo, incluso para los actores, músicos y cantantes que emprendieron una campaña en su contra, cuando efectivamente nunca han alzado la voz, a pesar de la transformación que ha sufrido todo el ecosistema de Cancún por parte de las grandes inmobiliarias.

Nunca se les oyó, nunca se les vio ese activismo, nunca, como ahora, y seguro ahora que pasaron las elecciones ya no estarán tan presentes.

Por los resultados registrados pareciera que los ciudadanos no los escucharon, o lo peor para ellos, que sus personalidades y personajes actuados, ya no le dicen nada a la gente.

Y en el mismo tenor de los resultados electorales es interesante la lectura, toda vez que, de haber existido una férrea oposición a esa obra, la gente se habría volcado a las urnas para mostrar su rechazo a lo que representa el gobierno que lleva a cabo esa obra.

Nada de eso sucedió, ocurrió todo lo contrario, la gente salió a refrendar su apoyo a esa marca política.Oaxaca también debe ser motivo de análisis por parte de los de Morena. No arrasaron como se esperaba, la razón puede ser que el candidato elegido no era el indicado y/o que las heridas con los que también aspiraban no fueron destapadas adecuadamente.

Ello pudo haber significado que por lo menos no metieron las manos para obtener el triunfo en una entidad en la que debieron haber arrasado.

De no haber esa capacidad de análisis y humildad entre los de Morena, corren el riesgo de que emerja un liderazgo regional, ajeno a Morena y al lopezobradorismo, que de nuevo cauce a las necesidades y sentimientos del pueblo oaxaqueño.

Tamaulipas también debe ser analizado por los de color guinda, ya que el crimen se ha apoderado de gran parte de ese territorio, y de no hacer algo, este estado corre el inminente riesgo de ser tierra de nadie.

Hidalgo es la joya de la corona de estas elecciones para Morena; sin embargo su análisis  no debe ser complaciente porque influyó en ello la pésima decisión del PRI de elegir a una candidatura panista, lo que seguramente molestó a las grandes figuras del priismo, entre ellos al exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y, por supuesto al gobernador saliente, Omar Fayad.

Nuestra garganta profunda nos adelanta que Omar Fayad tiene una gran relación con el presidente López Obrador, y con todo el Gabinete morenista, por lo que pronto lo veremos representando al país en una importante embajada, aunque ello le significará la expulsión de las filas de su partido.

Lo mismo sucederá con el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, hijo de un priísta de auténtica cepa, de esos que no se sienten representados por Alito, por quien más bien sienten un enorme desprecio.

En Cortito: Morena tiene al enemigo dentro en el Canal del Congreso, y no se da cuenta. Basta hacer un recorrido por cualquier sesión de las cámaras de diputados y senadores para constatarlo. Las tomas que se hacen a los legisladores de la oposición son invariablemente las mejores, no solo por los ángulos, sino por los momentos que se recogen para ello.

Y las que se hacen a los legisladores de Morena, invariablemente son las peores, no solo por los ángulos en que son tomados, sino por los momentos seleccionados, siempre son los menos afortunados.

Y no es una cuestión de que unos son bonitos y otros feos, no señores. Los camarógrafos son unos magos para esas artes que si les piden que el feo aparezca guapo, o el guapo, feo, eso hacen. Son unos auténticos magos, pero no se mandan solos.

Lo mismos sucedía en Palacio Nacional con el equipo de Cepropie, hasta que los metieron en cintura, pero acá eso no ha sucedido, y como decía Don Teofilito… quién sabe porqué razón. Será que está muy apalancado (y con quién) el director, Eduardo Fernández Sánchez, que por sus favoreces recibidos, mínimo ya se ganó una candidatura por el PAN o el PRI.

La sesión que no tuvo nombre en estos quehaceres, fue la de la permanente de la semana pasada, en particular en el affaire que protagonizó la senadora camaleónica María del Carmen Lilia Téllez García, o como le gusta que la llamen, Lily Téllez, con Gerardo Fernández Noroña, a quien llamó despectivamente, hasta el cansancio, «Changoleón».

Los camarógrafos se regocijaron hasta el cansancio con tomas que reflejaron los peores momentos para Fernández Noroña, y las mejores para Lily Téllez, sin tomar en cuenta que esos adjetivos clasistas, racistas los pudieron haber alcanzado a ellos o al mismo director del Canal, si panean su cámara hacia sus rostros, y en una de esas el que tendría que sentirse ofendido sería Samuel González Quiroz, el indigente denostado por la legisladora.

Pero más allá de las tomas buenas o malas de los legisladores, el personal del Canal del Congreso hace con su juego de cámaras apología del clasismo, del racismo, en suma apología de la violencia verbal en ese recinto que debería ser respetado no solo por los legisladores, sino por todo el personal que ahí labora.