Hoy vemos a gobernadores de Morena, más preocupados por ser vistos por el presidente que por dar respuesta a las necesidades más urgentes de la población

Raúl García Araujo | @araujogar

Al asumir la Presidencia de la República (en diciembre de 2018), Andrés Manuel López Obrador, planteó un gobierno diferente, combatiendo las causas que produce la pobreza, pero, sobre todo, atacando con inteligencia y estrategia a los grupos criminales que tenían y tienen cansada a la población.

Fueron palabras huecas y muertas que, efectivamente, en su momento, calmaron el ánimo y coraje de los mexicanos, que ya estaban cansados de los gobiernos del PRI y PAN; pero que hoy a poco más de cuatro años de distancia, ven en los hechos que nada ha cambiado y que los criminales siguen actuando con total impunidad, gracias a la política de “abrazos no balazos”.

El horror en toda su expresión es la forma en que operan lo mismo el Cártel de Sinaloa, el del Golfo, de Los Arellano Félix o el Cártel Jalisco Nueva Generación o la Familia Michoacana, como marca de la casa y no les importa que en medio de sus pleitos para conseguir el derecho de piso maten a gente inocente.

Lo que es peor aún, es la información precisa u oficial de sus ataques, ya que no existe en el Gobierno de la Cuarta Transformación, gracias a una política torpe de no magnificar los acontecimientos violentos que ocurran en el país, cuando en los hechos, son los propios mexicanos que dan cuenta de cada uno de ellos.

Vaya contrariedad, lo que en su momento fue su punta de lanza para ganar la elección presidencial de 2018, es, precisamente, la que da cuenta diaria de lo mal que está el país en materia de seguridad pública.

En su momento, bien lo dijo López Obrador, las redes sociales jugaron un papel predominante en su victoria presidencial, lo que nunca pensó es que son ellas, “las benditas redes sociales”, las que se han convertido en el parte informativo del avance de criminales en toda nuestra nación.

Los ciudadanos con sus videos son los que se han convertido en las fuentes plenas de cómo el Cártel Jalisco Nueva Generación se apodera de pueblos y comunidades de Zacatecas, Jalisco y Colima.

Son los ciudadanos quienes alertan a las autoridades de como sicarios del CJNG pueden llegar a municipios como Apulco, Fresnillo y su propia capital, para llenar a balazos la casa de una presidenta municipal o para mostrar más fuerza de su poder, secuestrar al primo del gobernador y senador zacatecanos, David y Ricardo Monreal Ávila.

Ese es el poder del crimen. Gracias a las benditas redes sociales, hoy los mexicanos también somos testigos de cómo en Ensenada, Baja California, un grupo criminal puede llegar, y así con las manos en la cintura, acribillar a un grupo de personas.

Cómo están las cosas, que hasta las autoridades no se pueden poner de acuerdo con el número de muertos, que, si son 10 u 11, si lo único que tenían que hacer es estar presentes en la escena del crimen para ver la magnitud de la violencia con que operan los delincuentes.

Hoy en día vemos a gobernadores, en su mayoría emanados de Morena, más preocupados por ser vistos por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, que por asumir la responsabilidad de dar respuesta puntual a las necesidades más urgentes de la población, como es Veracruz.

El gobernador Cuitláhuac García Jiménez, lejos de dar una explicación sobre lo ocurrido en un bar de Papantla, donde sicarios matan a tres personas, e incluso se graban, mientras él encabeza una protesta contra la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, en la Ciudad de México.

Otro caso similar es el del gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, que lejos de preocuparse por la ola de violencia que existe en el estado, el pasado fin de semana andaba como si nada en el partido de fútbol en el Estadio Azteca, entre el América y Las Chivas. Por cierto, por su negligencia y presunto vínculo con líderes del crimen organizado, ya están pensando seriamente los diputados del Congreso morelense iniciarle juicio político.

Tamaulipas está controlado por el Cártel del Golfo, quienes pueden bloquear las principales vías de comunicación, sin que se lo impida el gobernador Américo Villarreal Anaya.

Lo que es aún más preocupante, es ver a los secretarios de estado encargados de la seguridad en nuestro país, guarden un silencio, mismo que los hace cómplices de la violencia que sacude México, inacción por la que pagamos todos los mexicanos.

No, ellos están en otros asuntos, el secretario de Defensa, dando explicaciones por la compra de bienes e inmuebles, el de la Marina, ausente y la secretaria Rosa Icela, en la legalización de autos chocolate.

Ese es el panorama real de lo que ocurre en México y en nada cambió la imagen de ver correr sangre por sus pueblos o municipios, ya que es la misma que vemos como si fueran los tiempos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón Hinojosa.

Nos quedó mucho a deber presidente Andrés Manuel López Obrador y siempre recuérdelo.

En Cortito: Nos cuentan que uno de los sectores productivos que está marcando la diferencia en temas de cultura y clima organizacional, así como reputación corporativa, es la industria farmacéutica.

Top Campanies México, publicó su ranking de Súper Empresas 2023, en donde figuran compañías como AstraZeneca, Merck Sharp & Dome y Siegfried Rhein, así como Jonhson & Jonhson y Sanofi, además de Farmacias Benavides y Farmacias Similares, entre otras.

También figuran empresas encabezadas por mujeres como el caso de Pfizer México, que dirige Constanza Lozada y Grupo Collins que preside María Teresa Tirado, estas dos además recibirán el Distintivo ESR del Cemefi.