Los últimos tres meses de 2022 se registraron en México cifras históricas de violencia contra las mujeres. Algunas huyen a refugios o casas de resguardo para protegerse de sus agresores, en ese momento la travesía apenas comienza 

Itzel Cruz Alanís | Twitter: @i_alaniis

Hace casi un año recibí una llamada, era David Chávez, pareja de Gabriela García Arenas de 28 años. La gente de Tizayuca, Hidalgo, le dio mi contacto para que me contara sobre la madre de sus hijos que misteriosamente había desaparecido el 31 de julio de 2022.

El día que llegué al domicilio en el fraccionamiento Haciendas, David me presentó a sus hijos. Una casa pequeña, con muchos muñecos de colección y peluches, Gaby ama el anime, me contó. 

El domingo que se perdió el rastro de Gabriela se despidió de su suegra, de su pareja y de sus hijos y fue a trabajar a un local de celulares. Ahí estuvo, comió y después se puso a llorar, relatan los empleados. Y después, la ausencia y el silencio. Ya no regresó a casa. 

A principios de agosto, apenas unos días después de la no localización, hicieron una pega masiva de fichas de búsqueda en el perímetro donde vivía desde años atrás, pero no hubo respuesta. La policía entrevistó a David, a los vecinos, a la familia y no encontró nada extraño, pero albergaba la duda de que ella se hubiera ido por su voluntad. 

Después de la cobertura y de la difusión del caso, recibí mensajes en mis redes sociales, Facebook y Twitter. Tal vez el que más me llamó la atención fue el de Facebook porque provenía de la cuenta de la mujer desaparecida. 

El contenido era entre inquietante e incierto. 

Cito textual una parte, respetando la ortografía original: “Hola buenos días soy Gabriela. Estoy bien. Jamás salí a trabajar el día domingo y lo q mi agresor David está MINTIENDO.

El me golpeaba y me maltrataba psicológicamente. 

El sábado 30 el me agredió y me quitó todas mis cosas… Por eso me fui antes que David me maté. 

Estoy bien vine en ayuda en un una organización para mujeres maltratadas”

En el mensaje ella me daba la ciudad y el estado al que presuntamente había huido. 

Mil preguntas pasaron en mi cabeza en ese momento. ¿El texto lo había escrito ella? ¿Fue forzada? ¿Por su voluntad? ¿Estaba bien? ¿Qué fue lo que le hizo dejar todo, incluso a sus hijos?

Semanas después la investigación de la Fiscalía General de Justicia de Hidalgo seguía estática. No había respuestas y David se cansó de buscarla. Comenzó a publicar en redes sociales mensajes disruptivos. De la adoración que pregonaba a Gaby comenzó a abordar temas de desamor, de decepción, de frustración y de despedida. Ahora se auto denominaba como papá soltero que había sido abandonado. 

Después hablé un par de veces con él y no supe más. Ahora mi contacto era con Gabriela Arenas, la madre de la desaparecida. Le comenté sobre los mensajes que me llegaron y ella, con esperanza, me dijo que esperaba también recibir un mensaje de ese tipo. 

Hasta hoy, casi un año después, no ha ocurrido, por eso nuevamente la angustiada madre salió a las calles a gritarle a la gente que le hace falta su hija. Ahora no está sola, la acompaña en el camino el colectivo Buscando Vidas y Justicia por México. Gritan y pegan boletines de búsqueda. Preguntan a vecinos. Preguntan a la autoridad y a todos los que rodean la zona. Son apoyados por policías estatales, municipales, gente de la comisión de búsqueda de Hidalgo. 

Mucho se dice de la desaparición de Gabriela, lo que no se sabe a ciencia cierta es si fue ella quien mandó ese mensaje a mi bandeja o si hay alguien detrás de su desaparición que se hace pasar por ella. 

Mientras la fiscalía dice que trabaja en la sábana de llamadas de su teléfono ¡un año después!, los hijos de Gaby siguen en casa llorando la pérdida de su madre, en medio de rumores y de información ambigua. 

Te buscamos Gabriela García Arenas.