La “oposición” no ha terminado de comprender que al presidente López Obrador y a su feligresía no se les vence jugando a su ritmo sino construyendo un proyecto que emocione a la sociedad

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

Con bombo y platillo el pasado 26 de junio la alianza “Va por México” anunció el método para elegir a su abanderado a la Presidencia de la República, un camino en el que según dijeron los líderes de los partidos y organizaciones involucradas, la sociedad va a poder escuchar a quienes decidan participar, ya que habrá foros y debates. Además, a través de encuestas y una elección directa, podrán manifestar su opinión sobre quien sería el mejor candidato. Sin embargo, a pocas horas de anunciarse la estrategia, el barco comienza a hundirse.

El primer golpe a los planes del bloque opositor lo dio el presidente López Obrador al decir que todo era una “faramalla” y que él, en unos días, anunciaría quién sería el abanderado opositor.

El grupo ciudadano, encabezado por el expresidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, que coordinaría el proceso, dio el segundo golpe a la estrategia aliancista al dejar el proyecto, porque, dijeron, los partidos hicieron cambios en lo acordado para recuperar protagonismo.

La senadora Lily Téllez dio el tercer golpe al proyecto de selección opositor al anunciar que no se inscribiría al proceso, argumentando falta de equidad. La decisión de la senadora Téllez fue usada por el presidente para decir que la legisladora sonorense se dio cuenta que todo estaba ya arreglado y que ella (refiriéndose a la senadora) no sería la elegida (algo que la misma Téllez sabía ya en su interior).

Al mismo tiempo que Téllez anunciaba su retiro del proceso de selección, otra senadora, Xóchitl Gálvez, daba a conocer su intención de entrar en el proceso.

Además de las observaciones hechas al procedimiento, como dejar claro el financiamiento, garantizar que todos los aspirantes a la candidatura tengan los recursos necesarios para la recolección de firmas, algo que me preocupa es la premura con la que se realizará el proceso. Dice el dicho que “no por mucho madrugar amanece más temprano”.

Después de conocer el calendario confirmo la premura y me surgen algunas dudas: ¿Por qué hacerlo casi en paralelo que el tour de las corcholatas? ¿Por qué anunciar al “afortunado o afortunada” antes que el bloque oficialista dé a conocer quién será su abanderado o abanderada? ¿Dará tiempo de hacer foros y debates?

 

Lo importante no son los tiempos, tampoco ir a la par del oficialismo. Los partidos de la llamada “oposición” no han terminado de comprender que al presidente López Obrador y a su feligresía no se les vence enfrentándolos cara a cara, jugando a su ritmo. Para ganar la elección presidencial del año entrante, el bloque opositor (estoy incluyendo a Movimiento Ciudadano y a quien se agregue esta semana) debe construir un proyecto que emocione, que enamore a la gente, que la sacuda, para que el primer domingo de junio de 2024 se levante del sofá de su casa para salir rumbo a las casillas electorales a emitir su voto.

Pero para que la alianza opositora tenga éxito en el proceso electoral federal, debe jalar parejo, dejando a un lado la vanidad, ya que cualquier fisura puede ser usada por el oficialismo para hundirla.

EN EL TINTERO

-La nueva secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, no aguanta nada. En lugar de crecerse ante las críticas, sacar la casta y demostrar de que está hecha, se dijo víctima de misoginia. ¡Lástima!

  • Por último, quiero pedir a los aspirantes a la Presidencia me contesten esta pregunta: ¿Por qué quieren ser el presidente o presidenta de la República? En su respuesta no se valen frases como “para esto me he preparado”, “conozco el país”, entre otros clichés.

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