Desde que Cuauhtémoc Blanco Bravo asumió el cargo de gobernador, lejos de brindar seguridad a los morelenses, los ha dejado a merced de los criminales

Raúl García Araujo | @araujogar

Aun cuando el presidente, Andrés Manuel López Obrador, insista en su conferencia mañanera de Palacio Nacional que las cosas en el país van “requetebién”, lo cierto es que bien haría él o sus asesores en echarle un ojo a lo que está pasando en algunos estados, donde los mandatarios, lejos de gobernar, actúan con tal indiferencia hacia lo que ocurre en su entidad.

Tal es el caso de Morelos, que desde que Cuauhtémoc Blanco Bravo asumió el cargo de gobernador, lejos de brindar seguridad a los morelenses, los ha dejado a merced de los criminales, a quienes les da igual matar a gente a plena luz del día o de noche, cuando la gente sale a cenar a algún establecimiento.

Las pruebas de la zozobra en la que viven los ciudadanos de Morelos saltan a la vista. Hace unos días elementos de la Policía Municipal de Cuernavaca y de la Comisión Estatal de Seguridad Pública, no dieron con los responsables de matar a cuatro personas cuando cenaban en una taquería de la capital morelense.

Para el gobernador y su jefe de la policía, José Antonio Ortiz Guarneros, no pasa nada, ya que, aseguran, son hechos aislados. Sin embargo, los homicidios son una constante en la tierra del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata.

En Morelos, a los policías de la Comisión Estatal de Seguridad Pública no les interesa hacer tareas de prevención del delito, mucho menos capturar a presuntos delincuentes en flagrancia.

Los oficiales a cargo de Ortiz Guarneros sólo sirven para avisar a la Fiscalía General de Justicia sobre la muerte de personas inocentes, que son víctimas de la delincuencia, son una especie de “reporta muertos”.

Las cifras oficiales son alarmantes, hasta julio de 2023 han ocurrido al menos 520 homicidios violentos, que habla del baño de sangre en que vive la sociedad morelense por la ineptitud de sus autoridades.

Le estoy hablando de mujeres o hombres que ya no estarán con sus familias, le escribo de madres y padres de familia que dejaron a sus hijos en la orfandad.

Pero qué más da, eso no le importa al gobernador morenista, Cuauhtémoc Blanco Bravo, que lo único que sabe hacer es un show político, cuando la irritación social está a punto de desbordarse.

El mandatario morelense vive de escándalo en escándalo, igual como lo hacía durante su etapa de futbolista.  Su formación cívica y cultural, le da para retar a golpes a un diputado local; su nivel político, le alcanza para culpar a todos de los problemas graves que vive el estado; su nivel de inteligencia le da para pedir favores al presidente del Tribunal del Poder Judicial del Estado, Jorge Gamboa, quien por cierto, también ha saltado a la fama pública y no precisamente por sus dotes en materia jurídica.

A la crisis de violencia desatada en Morelos, hay que sumarle, una más de la credibilidad de quienes son los encargados de vigilar no sólo la correcta aplicación de la ley, sino también de aquellos, que deben velar por las víctimas de un delito.

Le diré por qué. En un nuevo episodio de la tragicomedia política que viven los morelenses, está el nuevo escándalo en el Poder Judicial del estado, resultado que a su presidente Jorge Gamboa, lo han denunciado, por varias vías, de las cuales me interesa mencionar lo revelado por el magistrado Carlos Iván Arenas Ángeles.

Arenas Ángeles denunció a Jorge Gamboa ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción del Estado por intento de persuasión en la resolución de dos casos. Estamos hablando de temas sumamente importantes, el primero es el feminicidio y doble homicidio de Nohemí, Luis Enrique y Luis Javier en el municipio de Huitzilac.

Arenas Ángeles acusa al presidente del Tribunal Judicial de Morelos de obligarlo a votar a favor de la absolución completa de Luis Alberto “N”, alias “El Diablo”, a quién la Fiscalía de Justicia del Estado acusa de manera directa de ser el responsable de la muerte de estos tres jóvenes. Según el magistrado Arenas Ángeles, la petición la solicitó a Gamboa el titular de la Comisión Estatal de Seguridad Pública, José Antonio Ortiz Guarneros. De ese tamaño, está la impartición de justicia en Morelos.

Qué cree, el segundo asunto por el cual está denunciado Jorge Gamboa, aunque usted no lo crea, tiene que ver con funcionarios del gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, por presuntos manejos irregulares en su encargo público y buscan impunidad en el Poder Judicial del Estado, para evitar ser juzgado por la justicia.

La situación en Morelos nada tiene que ver con el discurso de López Obrador de que las cosas en el país van requetebién.

De nueva cuenta, insisto, el mandatario morelense será el lastre que tendrá que cargar no sólo el presidente, sino también el Gobierno de la República y el Movimiento de Regeneración Nacional, ya que Cuauhtémoc Blanco Bravo ha convertido a Morelos en un verdadero baño de sangre e impunidad hacia los criminales.

En Cortito: Vaya nivel político y de respuesta que tiene el presidente municipal de Cuernavaca, José Luis Uriostegui. Su trabajo en la presidencia de la capital de Morelos sólo habla de la mediocridad con la que se conduce en la administración pública. Es una copia mal hecha del gobernador Blanco. Hay un nulo avance en el combate a la delincuencia y sus policías no saben qué hacer cuando sujetos armados matan en una taquería a cuatro personas; además de la crisis de inseguridad, ahora hay que sumar otro escándalo. Lo acusan de una presunta extorsión en la construcción de un edificio de departamentos. Uriostegui asegura que se trata de un “chantaje” por parte de los empresarios; sin embargo, de lo único que se habla, es de los pésimos resultados de su administración en todas las áreas. Me da tristeza Morelos.