La esperanza de la que tanto habló López Obrador será sepultada por la mediocridad y falta de resultados de los funcionarioS que se ufanan tanto de cantar que son integrantes de la 4T

Raúl García Araujo | @araujogar

A poco más de un año de dejar el Gobierno de la República todo parece indicar que aquella política del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de que en su administración sus funcionarios deben tener más “honestidad que experiencia”, está dejando un saldo negativo en el país.

Entiendo el planteamiento del presidente en el sentido que quiere más gente honesta en el movimiento de la Cuarta Transformación, pero, eso de menos experiencia, no es justificable.

Le diré el motivo. En México viven poco más de 126 millones de mexicanos que a diario realizan miles de actividades, mismas que mueven la economía de nuestro país, así como su crecimiento económico con el pago de sus impuestos.

Los ciudadanos, entonces, lo mínimo que deben recibir de sus autoridades son servicios, de calidad y dignos, para que puedan desempeñar sus actividades.

Por ejemplo, en la Ciudad de México, deben existir servicios de transporte eficientes que permitan la movilidad de millones de personas a sus trabajos y actividades diarias.

Los transportistas y dueños de líneas de autobuses requieren de carreteras y autopistas seguras, que les permitan el libre tránsito de sus mercancías a diversos estados de la República.

El trabajador y los patrones, que mes a mes cubren el pago puntual de sus cuotas en el Instituto Mexicano del Seguro Social, no quiere servicios de salud de Dinamarca, pero sí un trato digno que se ha ganado por sus aportaciones.

Sin embargo, qué tenemos con la política del presidente López Obrador de 90 por ciento de honestidad y 10 por ciento de experiencia de sus funcionarios públicos, un país roto, que se está cayendo a pedazos, gracias a su gente.

Los últimos días han sido de los más caóticos para el Gobierno de México. El fin de semana encontraron muerto en Nayarit al periodista y corresponsal de La Jornada, Luis Martín Sánchez Íñiguez, quien fue levantado por hombres armados de su casa en el municipio de Xalisco.

El presidente López Obrador condenó en su conferencia mañanera del lunes la muerte del comunicador, pero como ya es costumbre en su administración, él y solo él, fue el único que dio la cara ante estos delitos de alto impacto que dañan la libertad de expresión en México, situación que es preocupante, ya que con este caso suman seis los periodistas muertos en 2023.

La falta de experiencia y mediocridad de los funcionarios de la 4T fue más que palpable, cuando cientos de personas se adueñaron, por horas, de la autopista Chilpancingo- Acapulco.

Las imágenes que circularon en redes sociales evidenciaron cómo los tres órdenes de gobierno fueron rebasados por los manifestantes, quienes no sólo se adueñaron de tanquetas, sino también retuvieron por horas a 13 funcionarios públicos, finalmente los soltaron.

Como es la regla, el presidente López Obrador, salió a explicar lo ocurrido y a culpar de todo a otros, en esta ocasión, al grupo criminal de “Los Ardillos” por la detención de dos de sus líderes.

Lo más revelador, es que, si esa es la línea de investigación, entonces deberían meter a la cárcel a la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, por tener una reunión secreta con Celso Ortega Jiménez, líder de estos criminales que han sembrado el terror en Guerrero.

Una muestra más de tanta incompetencia y resultados de la política de 90 por ciento de honestidad y 10 por ciento de eficiencia, es la tragedia ocurrida en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social en Playa del Carmen, Quintana Roo, donde murió una niña de seis años.

Al intentar ocultar su irresponsabilidad y desaseo en el servicio público y al igual que su jefe, las autoridades del IMSS culparon a la empresa que da mantenimiento a los elevadores de este hospital de todo lo ocurrido.

Esta respuesta agitó con tal rabia las redes sociales, que una y otra vez, acusaron al presidente, Andrés Manuel López Obrador, de desviar millones de pesos a sus programas sociales y dejar sin recursos a los servicios prioritarios de los ciudadanos, como es el IMSS.

Ante estos resultados, no tengo duda, que la esperanza de la que tanto habló López Obrador será sepultada por la mediocridad y falta de resultados de cada uno de los funcionarios públicos que se ufanan tanto de cantar que son integrantes de la Cuarta Transformación o mejor dicho de un gobierno de cuarta.