A pesar de que la magnitud del sismo del lunes fue alta, de 7.7, los mexicanos actuamos con responsabilidad ante tal emergencia

Raúl García Araujo | @araujogar

El sismo del pasado lunes abrió la discusión sobre la coincidencia de este tipo de acontecimientos en nuestro país.

Ocurrió el 19 de septiembre menos de una hora después del Simulacro Nacional para recordar los terremotos de 1985 y de 2017, que dejaron escenas de desolación en la Ciudad de México y algunos estados de la República.

El nuevo sismo de 7.7 grados con epicentro en Coalcomán, Michoacán tomó por sorpresa a todos, incluidos algunos conductores de radio y televisión que en ese momento hacían transmisiones en vivo del simulacro.

De inmediato, plantearon a sus radioescuchas y televidentes, el tema de la coincidencia, que, sin lugar a dudas, fue y es un referente de conversación entre los mexicanos.

Expertos de la UNAM, hablaron de que era quizá imposible que esto sucediera en nuestro país, pero ocurrió así.

Para quienes vivimos en la Ciudad de México, Estado de México, Michoacán y Colima fue un día de susto.

Al ver de nuevo como las calles, avenidas y edificios se movían por el sismo, trayendo a la memoria las imágenes de aquel de 2017 que dejó heridas sin cicatrizar entre las familias mexicanas.

Pero, sobre todo, la pregunta sin respuesta es la siguiente ¿De nuevo un 19 de septiembre?

No hay ni habrá una explicación clara a esta interrogante y quizá la más importante enseñanza, es que el pueblo de México ha logrado cultivar con éxito una cultura de protección civil que es digna de reconocer.

A pesar de que la magnitud del sismo del lunes fue alta, de 7.7, los mexicanos actuamos con responsabilidad ante tal emergencia.

Todos, mujeres, hombres y niños siguieron al pie de la letra las recomendaciones de protección civil para desalojar oficinas, centros de trabajo y escuelas tanto en la Ciudad de México y el Estado de México.

Los ciudadanos, después del terremoto de 1985, de una magnitud de 8.1 grados, que dejó una cifra de más de 20 mil muertos, entendimos que había que preparar a las siguientes generaciones para enfrentar estos fenómenos naturales.

Hoy gracias al trabajo coordinado entre sociedad y autoridades podemos ser testigos que existe una verdadera cultura de protección civil que es eficaz para salvar vidas.

Hoy, quienes vivimos en la Ciudad de México y el Estado de México, estamos tranquilos ya que gracias a los constantes simulacros de sismo que se realizan en el Valle de México, no hay víctimas que lamentar cuando tiembla.

Aunque no ha sido fácil la edificación de esta cultura de prevención, lo cierto es que, a 37 años de distancia del terrible terremoto de 1985, se puede decir que ese trabajo no ha sido en vano, sino que ha cumplido con su cometido.

Sin lugar a dudas, la sociedad mexicana ha hecho su parte, mientras que ahora le toca a las autoridades municipales, estatales y federales, evitar que ladrones sin escrúpulos sigan construyendo viviendas de mala calidad y que pueden venirse abajo ante un temblor.

Lo digo, porque en la tragedia que vivimos en 2017 durante el sismo, también del día 19 de septiembre, de una intensidad de 7.1 grados, se puso al descubierto una red de corrupción que existía entre constructoras y funcionarios públicos de la capital del país, para edificar edificios de prácticamente papel.

Las imágenes eran terribles y desoladoras, al ver como edificios nuevos se vinieron abajo durante y después de ese terremoto, que cobro la vida de cientos de personas.

Ese es el gran pendiente de las autoridades, sobre todo del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, para acabar con esas constructoras que construyen edificios o viviendas de mala calidad.

Las familias no ponen en manos su patrimonio sino sus vidas, ya que todos sabemos que no dejará de temblar en nuestro país.

En Cortito: En más temas de prevención de tragedias, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez debería, con urgencia, realizar una visita al municipio de Boca del Río, donde diversas constructoras están violando las medidas de protección civil a la hora de construir casas. Resulta que en el fraccionamiento Cumbres Residencial Boca del Río ubicado en el camino a San José Novillero en dicho municipio, una constructora de nombre Ruba, de la noche a la mañana le dio la gana de hacer más grande este lugar. La Asociación de Vecinos Cumbres Residencial denunciaron que esta empresa les vendió un proyecto inicial de 226 casas para integrar este fraccionamiento; sin embargo, ahora pretende construir otras 131 casas más con las mismas amenidades, pero sobre todo con el mismo acceso de entrada y salida. Es decir, en caso de una emergencia, los habitantes del lugar solo tienen una vialidad principal de 12 metros de ancho, para un mundo de más de 500 vehículos de los residentes. El alcalde de Boca del Río, Juan Manuel de Unánue Abascal, como Poncio Pilatos, se lava las manos en este problema pidiendo a las partes que se pongan de acuerdo. Estaría bien gobernador Cuitláhuac García Jiménez que la secretaria de Protección Civil del estado, Guadalupe Osorno Maldonado, interrumpiera unos días el trabajo de oficina para darse una vuelta a los problemas reales que están en los municipios para evitar tragedias. Sobre todo, porque nos cuentan que las autoridades municipales de Boca del Río no quieren meter cartas en el asunto, ya que existe corrupción, puesto que hay mucho dinero de por medio.