Es la tercera ocasión que los dichos de López Obrador sobre la política interna de otros países desembocan en la expulsión de un embajador (Bolivia en 2019 y Perú en 2023)

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

A finales de la semana pasada el gobierno de México rompió relaciones diplomáticas con Ecuador, luego de que un comando de la policía del país sudamericano entrara a la embajada mexicana en esa nación y sacara a Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador durante el gobierno de Rafael Correa, condenado por varios delitos y considerado como prófugo de la justicia, quien estaba asilado en el inmueble desde finales de 2023.

Si bien romper relaciones con Ecuador era una acción justificada, ya que con la extracción de Glas de la sede diplomática Ecuador faltó a tratados internacionales que marcan la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, del lado mexicano no se respetaron acuerdos sobre asilo político, los cuales señalan que éste no se puede conceder a personas procesadas por delitos comunes, como es el caso del exfuncionario. Pero qué le parece si ponemos un poco de contexto.

A finales de 2023 Jorge Glas se presentó en la embajada mexicana diciendo que era un perseguido político y que temía por su vida. El funcionario fue admitido en calidad de huésped. Desde entonces, según el gobierno ecuatoriano, se dialogó con México para que el personal diplomático entregara al excolaborador de Rafael Correa.

La situación se agravó cuando la semana pasada el presidente López Obrador realizó declaraciones sobre el asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio. Pero el presidente fue a más, dio a entender que el actual mandatario Daniel Noboa se benefició del trágico hecho para ganar los comicios, lo que según él perjudicó a la candidata “izquierdista” Luisa González.

Las declaraciones del mandatario causaron malestar en el gobierno ecuatoriano que de manera “fulminante”, por decirlo menos, declaró persona “non grata” a la embajadora mexicana

En respuesta, el gobierno de México concedió a Glas el asilo político que había pedido y envió una comunicación a Ecuador “solicitando” se le entregara el salvoconducto para que pudiera salir del país.

Es la tercera ocasión que los dichos de López Obrador sobre la política interna de otros países desembocan en la expulsión de un embajador (Bolivia en 2019 y Perú en 2023). Con este tipo de acciones el mandatario mexicano contradice las máximas de Benito Juárez y la llamada Doctrina Estrada, que tanto defiende públicamente.

Este zafarrancho diplomático les cayó como anillo al dedo tanto al mandatario de Ecuador, como al mexicano. El primero consiguió apoyo social, mientras que el presidente López Obrador obtuvo un valioso distractor de los problemas del país, algo muy importante, sobre todo en época electoral.

Sin embargo, en toda esta situación hubo dos grandes perdedoras Gabriela Sommerfeld, canciller ecuatoriana, y la titular de Relaciones Exteriores mexicana, Alicia Bárcena, quienes quedaron como unas novatas por no poder controlar a sus respectivos jefes y tener que salir a defender, por un lado, la invasión a una sede diplomática, y por el otro, el haber concedido asilo fuera del marco legal.

Queda por ver el resultado de las acciones que emprenderá México ante instancias internacionales, pero por las reacciones de los diferentes países, tanto al gobierno mexicano, como al ecuatoriano, no les quedará de otra que sentarse a negociar el replanteamiento de las relaciones bilaterales, porque ambas partes cometieron una cadena de errores.

EN EL TINTERO

-Ninguno de los aspirantes presidenciales se puede llamar triunfador luego del primer debate presidencial. Las candidatas y el candidato llegaron a hacer lo que se esperaba de ellos. Xóchitl Gálvez intentó atacar a una Claudia Sheinbaum que se dedicó a nadar de muertito, mientras que Jorge Álvarez Máynez hizo lo que pudo, con los recursos que tuvo.

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