La cultura es un mosaico vivo de colores, sabores, pero sobre todo de afectos y experiencias. La cultura a fin de cuentas nos habla de aquello que toca el alma de las personas. Es algo que va más allá de las instituciones y las categorizaciones

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

Siempre al acercarse el 1 de septiembre los mexicanos nos vemos invadidos por desplegados, notas periodísticas, spots de radio y televisión tratándonos de convencer de los “logros” que el gobierno en turno había tenido el año político anterior (1 de septiembre a 1 de septiembre).

Este año, al ver las infografías sobre los “logros”, en el sector cultural, me llamó la atención la utilización del término “alta cultura”.

“Ahora se trabaja en todas las regiones de 🇲🇽 y para todos, SIN PRIVILEGIOS y sin la distinción que favorecía a la “alta cultura” … La Secretaría de Cultura trabaja en comunidad y desde la raíz, como la potencia cultural que somos”, dice la descripción que el INAH usó en la publicación de la infografía en Instagram.

¿Hay una clasificación conceptual que nos permita hablar de diferentes tipos de cultura? Para aclarar mis dudas conversé con Maricela Salazar, una mujer que desde pequeña ha estado muy cerca de las expresiones culturales. Durante varios años fue promotora cultural, estuvo al frente de la Coordinación de Radio y Televisión de Conaculta, organismo que después se transformó en la Secretaría de Cultura federal, así como de la Dirección de La Hora Nacional. Así es que, quien mejor que ella, que actualmente realiza estudios en Francia, para hablar sobre el concepto de cultura.

–Maricela. ¿Cómo podemos definir la cultura?

La música, la ópera, la danza, el teatro, el arte, ha sido para mí una forma de vida, algo natural desde niña, pero fue hasta que me hice cargo de la coordinación de radio y televisión de la Secretaría de Cultura Federal (antes Conaculta) en el 2011, que mis amigos empezaron a preguntarme ¿qué es cultura?, ¿qué es la cultura para ti?, incluso en broma decían ¿para qué sirve? y se reían.

Desde luego les contestaba con el mayor de los aplomos, pero ahí fue cuando comencé a coleccionar definiciones de la palabra “cultura”. Recuerdo que uno de mis primeros acercamientos fueron los textos del maestro Gabriel Zaid quien me acercó a diferentes conceptos de cultura. Él dice que los romanos inventaron el primer concepto de cultura en un ámbito personal, en el sentido de cultivarse, dice que Cicerón ya hablaba del cultivo de sí mismos, pero que los romanos fueron los que se lo tomaron en serio.

Bueno, y así hasta que llega a la Ilustración, donde según él aparece otro concepto de cultura, entendida como un nivel superior alcanzado por la humanidad. Aquí no es tanto una cultura personal, sino social, como el patrimonio reunido por los grandes creadores, la civilidad de las costumbres, etc., que al final era lo deseable, dicho de otro modo, la superioridad de aquellas personas que están en la cumbre. Aquí podemos encuadrar este pensamiento de “alta cultura” y “baja cultura”, lo aristocrático en oposición a lo popular.

Zaid habla de un tercer concepto de cultura que dice que fue producto del Romanticismo, y que es la identidad comunitaria que desde luego incluyen las creencias, usos y costumbres, esto es el patrimonio. Si te fijas, en los primeros dos conceptos hay una comparación ya sea entre personas o entre sociedades que al final del día no solo propicia el elitismo, y una postura donde la visión hegemónica es mejor que el resto, sino que incluso justificó la dominación de unas personas respecto a otras. La noción de la palabra “cultura” ha seguido diversos derroteros en el marco de los escenarios políticos a lo largo de la historia.

–¿Ha cambiado el concepto de cultura?

La lengua es un ente vivo. Muchos autores y sobre todo en los últimos años los académicos han investigado entorno a estos conceptos y desde diversas ópticas, pero finalmente yo te puedo decir que una de las definiciones que a mí más me gusta es una que leí en la página de la UNESCO que dice que “La cultura es todo lo que constituye nuestro ser y configura nuestra identidad”, precisamente porque habla de la cultura en plural y da valor a aquello que hace únicas y diferentes a las personas y a las comunidades.

Las categorías dicotómicas de clasificación como “baja cultura” y “alta cultura” están situadas en el marco de las relaciones de poder que junto con la idea de civilización han sido utilizadas en el mundo occidental para justificar la dominación de unos respecto a otros en todos los sentidos. Apelo a discursos más humanos donde las voces de las diversas comunidades que conforman al país sean escuchadas y tomadas en cuenta.

La cultura es un mosaico vivo de colores, sabores, pero sobre todo de afectos y experiencias. La cultura a fin de cuentas nos habla de aquello que toca el alma de las personas. Es algo que va más allá de las instituciones y las categorizaciones.

–¿Qué retos impone un mundo globalizado a la cultura? ¿Qué retos impone a la cultura en México?

Dentro de un mundo global el posicionamiento nacional no es solo para las comunidades al interior, sino que está también vinculado a la conversación global.

–¿Cómo plantear el sentido de lo nacional en un entorno global? ¿Cuál es el propósito de la gestión cultural?

Son muchos los retos. Pienso que es importante cuestionarnos cómo plantear el sentido de lo nacional en un mundo global que refuerce nuestra identidad. Pero cuidado, porque nuevamente estamos frente a un reto enorme que es cuestionarnos cuál es nuestra identidad, porque México es un mosaico de identidades y precisamente eso nos hace una nación sumamente creativa, innovadora y con múltiples posibilidades.

–Funcionarios del sector cultural destacan mucho los “apoyos” a los “pueblos originarios”.

El patrimonio cultural es inmenso. De tal manera que sería incompleto hablar de pueblos originarios como si fuera un bloque homogéneo con un halo de pureza. Estamos hablando de diferentes comunidades con características e identidades propias que han sido herederas de diversas tradiciones y afectos.

Pareciera que existe una tradición occidental que consiste en querer catalogar a las personas, pero la inmensa riqueza cultural de las comunidades en México nos demuestra que esos esfuerzos no han dado cuenta de la realidad.

Sin duda la sociedad en general tenemos un reto enorme para el cual tenemos que escucharnos, porque yo solo puedo hablar del México en el que he vivido y con las narrativas que me han contado, por eso me interesa escuchar a la gente, entender su universo y compartirles el mío para que al compartir el territorio podamos vivir mejor y podamos fortalecernos en ese gran espacio que llamamos México.

La cultura nos permite conectar con el resto de las personas y construir un entendimiento significativo frente a los retos del contexto global.

–¿Qué opinas de lo que se está haciendo actualmente en materia de cultura a nivel gubernamental?

Sobre lo que actualmente se está haciendo en términos de políticas culturales en México no podría opinar, debido a que desconozco las entrañas y no lo he estudiado. La realidad está más allá de lo que publican los medios, así que es necesario reflexionar y analizar diversas fuentes para opinar.

Es importante cuestionarnos quién dice qué, para qué lo dice y desde dónde lo dice. Lo que sí te puedo decir es que sin duda las manifestaciones culturales son capaces de cambiar las dinámicas sociales en las comunidades para avanzar hacia el ejercicio pleno de los derechos humanos.

En México hay ejemplos virtuosos, las salas de lectura que llevan más de 25 años funcionando, las orquestas comunitarias con historias bellísimas de éxito que benefician no solo a niños, sino a la comunidad entera. La cultura es sin duda un camino extraordinario para acceder a mejores condiciones de vida.

Creo profundamente que el lenguaje que utilizan las autoridades culturales importa porque a través de la palabra pensamos. Estoy convencida que el papel de las personas o instituciones que están en un lugar hegemónico es poner en valor las cualidades de las comunidades al mismo nivel, en el marco del respeto a los derechos humanos. Por eso es muy importante que los discursos políticos abonen a este entendimiento de las comunidades como iguales en derechos, aunque distintos en tradiciones, creencias y perspectivas. Creo que aún no hemos encontrado la forma adecuada, pero de eso se trata, de escuchar, de dar pasos para avanzar hacia sociedades más justas.

Desde luego al gobierno le corresponde tener un discurso que cohesione a las personas para las que trabaja y cuyo dinero gasta, pero desde una visión en la cual desaparezca la superioridad moral que dicta que una cosa es mejor que otra, porque la historia nos ha enseñado que eso funciona bien para el mercado del arte y para justificar la dominación de unas personas sobre otras.

Por eso me gusta hablar de las culturas en plural, como dijo el maestro Miguel León Portilla: “El mundo se empobrece cuando se pierde una lengua o una cultura, y se empobrece también cuando todo se uniforma…” Hablemos con discursos que no resuman al mundo en dos categorías, somos muchas y todas diferentes.