Las fiscalías prefieren atemorizar a víctimas y periodistas en lugar de realizar sus tareas de investigación e impartición de justicia y las víctimas quedan en el aire por estas acciones

Itzel Cruz Alanís | Twitter: @i_alaniis

Las fiscalías en México tienen como objetivo principal la procuración de justicia penal. La investigación de delitos y esclarecimientos de los hechos, así como el respeto a los derechos humanos, un punto específico que se disipa con el tiempo.

Si algo queda claro es que las fiscalías en nuestro país se han vuelto mañosas, hacen como que investigan y se esperan a que los demás hagan su trabajo por ellos, no presentan resultados, amedrentan a las familias, víctimas colaterales de la violencia, haciéndoles creer que si hablan con reporteros “su caso se estancará porque se entorpecerá la indagatoria” y además aterrorizan a los periodistas obstaculizando su labor.

Hace un año, durante la exhumación de Debanhi Escobar, en Galeana, Nuevo León, elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones detuvieron al ingeniero que manejaba el dron para mi cobertura, le quitaron el aparato y lo tuvieron dentro de una patrulla por varias horas.

Dijeron que habíamos “quebrantado la ley” en un lugar donde no había reglas. Nosotros realizábamos nuestra labor, sin infringir de ninguna forma y aun así no nos permitieron trabajar.

Al término del procedimiento, la unidad en la que se encontraban el dron y el ingeniero comenzó a avanzar y yo me puse enfrente. Una persona de comunicación social me dijo que sí me iban a regresar el equipo, pero que la fiscal especializada en feminicidios, Griselda Núñez, me quería ver en su oficina para hablar conmigo y entregarme las pertenencias.

¿Cómo es posible que una fiscal a la que habías solicitado entrevista alrededor de 5 veces por diversos temas y te la había negado, te busque para “dialogar” teniendo como método de presión un dron? ¿Usted lector cómo le llama a eso? Yo lo llamo intimidación.

Ese encuentro no se concretó porque ella tenía que estar presente en la segunda necropsia de la estudiante.

Hace unos días, mi compañera Karina Garza Ochoa, corresponsal de Univisión al norte de México, denunció una situación similar. Según su testimonio, un MP y un policía de la Agencia Estatal de Investigaciones amenazaron con detenerla porque no les quiso dar su celular ni mostrarles unos videos que tomó.  Todo acabó cuando la sacaron del Hospital Universitario, donde está el Semefo.

En la capital del país es lo mismo. Hace unos días una víctima de secuestro iba a platicar conmigo sobre el operativo de liberación donde, por cierto, los plagiarios se hicieron pasar por agentes de la FGJCDMX. Uno de ellos murió durante el intercambio de balazos con policías capitalinos y el otro resultó lesionado.

Todo estaba listo para nuestro encuentro, pero en la fiscalía le dijeron que si hablaba se vería afectada la investigación y él prefirió guardar silencio.

Las fiscalías prefieren atemorizar a realizar sus tareas, pues parecería que son incapaces de lograr sus atribuciones sin afectar a terceros.

Y las víctimas quedan en el aire por estas acciones. Sus propias familias tienen que investigar para llegar a la verdad porque las fiscalías están ocupadas en ocultar y callar.