Es tiempo que los mexicanos analicemos más las propuestas de los “suspirantes” y que no solamente nos dejemos llevar por la cercanía a un líder social

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

Quien puso el desorden esta semana fue el canciller Marcelo Ebrard al proponer que se realicen uno o varios debates entre los aspirantes (mejor conocidos como corcholatas) a la candidatura de Morena a la Presidencia de la República.

“¿De otro modo, en base a qué (sic) los ciudadanos van a dar una opinión en favor de uno u otro precandidato o precandidata? Es esencial para definir la posición de cada uno y saber cuáles son las propuestas y diferencias. De otro modo, ¿cómo saber y decidir? Los debates son primordiales para quienes vayamos a participar porque tenemos que definir qué le proponemos a quienes van a opinar y definir esa encuesta”, dijo Ebrard en entrevista con Joaquín López-Dóriga.

La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el titular de Gobernación, Adán Augusto López, y el presidente López Obrador, vieron con buenos ojos la realización de debates, aunque la gobernante de la Ciudad de México llamó a no comer ansias y esperar.

De concretarse la propuesta de Ebrard sería benéfico para los aspirantes morenistas a la presidencia, ya que les permitiría definir su personalidad porque hasta el momento su lenguaje es igual al del presidente.

Tener ideas y lenguaje propios no hace a la persona menos integrante de un proyecto, todo lo contrario, lo hace más valioso para el mismo. Sin embargo, como sabemos, en la 4T se pide lealtad ciega.

Pero esta carencia de discurso propio no solamente se presenta en las corcholatas presidenciales, también es posible observarla en Delfina Gómez, virtual candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, quien en sus redes sociales coloca mensajes del tipo:

“Creo en los principios de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo…”

“Las y los mexiquenses somos honestos y no podemos seguir viviendo con impunidad…”

“Vamos a poner todo el corazón, todo el amor y toda la dedicación para cumplir el anhelo de cambio de millones de mexiquenses. ¡Unidos, preparados y coordinados vamos a llegar a nuestra meta!”

Y también mensajes donde se cura en salud por su polémico paso por la presidencia municipal de Texcoco:

“En estos días vamos a escuchar mucha desinformación, pero sepan que tengo muy claros mis valores y estoy muy orgullosa de los principios que me heredaron mis padres. En una reunión con líderes y representantes de Unid@s por un Mejor País, comenté que estoy muy bien de salud y «más puesta que un calcetín» para mejorar la situación de los mexiquenses”.

Es tiempo que los mexicanos analicemos más las propuestas de los “suspirantes” y que no solamente nos dejemos llevar por la cercanía a un líder social, como indudablemente lo es el presidente López Obrador (aunque también es un pésimo gobernante). Algo que podrían hacer quienes hoy aspiran a un cargo de elección, sea la Presidencia, la gubernatura de un estado, alguna alcaldía o un lugar en algún Congreso, es explicar el motivo por el que quieren ese puesto, dejando atrás los clichés:

“Estoy preparado (a) para esto… He acompañado al presidente en su lucha… He caminado por todo el estado y lo conozco municipio por municipio”.

Para gobernar a México en la actualidad, necesitamos un líder que sea original, no una copia.

EN EL TINTERO

La llegada al Senado de la República de la reforma de ley en materia electoral (el llamado Plan B), significará para Ricardo Monreal un momento de definición. ¿Logrará resistir las presiones para aprobar el paquete de leyes por la vía rápida?

Si logra conducir un debate minucioso de lo que implican los cambios, se convertirá en algo parecido a un legislador heroico, pero dicha actitud podría ser lo que esperen en el partido para expulsarlo, con lo que le harían un gran favor, ya que lo catapultarían en sus propósitos de alcanzar la tan ansiada candidatura presidencial.

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