El panorama no solo genera incertidumbre y miedo en la población, sino que deja ver que no hay autoridad municipal, estatal o federal que actúe en consecuencia

Por: Luis Alberto Beltrán | @reporteroyosoy


La violencia que se vive en Cuernavaca podría resumirse en dos hipótesis: o la autoridad municipal es cómplice o simplemente es omisa.

El alcalde José Luis Urióstegui Salgado, al inicio de su gestión, en enero de 2021, determinó que enfrentaría solo a la delincuencia y no entraría en el esquema de seguridad Mando Coordinado que estableció el gobierno estatal de Cuauhtémoc Blanco Bravo.

Desde entonces los grupos delincuenciales han actuado con plena impunidad y a cualquier hora del día. El edil presume que tiene drones para combatir el crimen – en su mayoría comprados en tiendas departamentales y otros donados por legisladores del Partido Acción Nacional (PAN), pero éstos no tienen suficientes horas de vuelo, ni son aptos para la operatividad de una corporación policial.

La Ciudad de la Eterna Primavera se ha convertido en escenario de balaceras, en las que no se registran detenciones en flagrancia. Lo mismo en las noches, madrugadas, o plena luz del día y en avenidas transitadas; afuera de instituciones de gobierno, junto a mercados, escuelas o módulos de seguridad, sin que ningún policía mueva un dedo.

Pretextos sobran, Urióstegui, por un lado, culpa a sus antecesores y al mismo gobierno estatal por lo que ocurre, mientras que en la Comisión Estatal de Seguridad le recuerdan que él así quiso gobernar, sin apoyo, con una corporación debilitada y sin herramientas tácticas o tecnológicas.

Sin innumerables las balaceras y ejecuciones, podemos recordar el asesinato de la diputada local Gabriela Marín, afuera de una farmacia en una arteria que corresponde a uno de los famosos polígonos más vigilados de la capital morelense.

También el atentado del ex diputado local y actual presidente del Partido Verde, Javier Estrada González, cuando salía de las oficinas del SAT, situadas a solo unas cuadras donde ocurrió el crimen de Gabriela Marín.

A principios de agosto, las oficinas del programa “El Txoro Matutino” fueron baleadas sin que hasta el momento se reporten personas detenidas, dos noches después sujetos armados dispararon contra las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos en la colonia Jardines de Delicias de Cuernavaca…y tampoco hay detenidos.

Cuernavaca se ha distinguidos por las constantes balaceras en colonias populares, donde grupos criminales se cuelgan lonas para amenazarse por el control de territorios y para denunciar complicidad de algunos mandos municipales.

Frente ello, el gobierno municipal, finalmente anunció la inauguración de un C4, un espacio equipado con cámaras de seguridad y con tecnología de punta para tratar de frenar a la delincuencia.

Sin embargo, este lunes los criminales respondieron con otra balacera en la colonia Carolina, donde dejaron un cuerpo desmembrado y sendos “narcomensajes” donde hacen referencia a que este escenario continuará.

El panorama no solo genera incertidumbre y miedo en la población, sino que deja ver que no hay autoridad municipal, estatal o federal que actúe en consecuencia. El asunto rebasó la confrontación o rivalidad entre el presidente municipal y ex futbolista profesional, pues parece que no hay tecnología, cámaras de video vigilancia, patrullas o policías que puedan poner un alto a los grupos criminales que parecen expandirse.