En México, hay más de 112 mil personas desaparecidas, de ellas, alrededor de 28 mil son mujeres que nunca vuelven con sus familias 

Itzel Cruz Alanís | Twitter: @i_alaniis

Aparecen con vida, sanas y salvas y parece que eso causa escozor entre la sociedad. Se molestan, hacen rabieta, publican en redes sociales insultos y revelan datos personales de las mujeres víctimas de violencia. 

Qué grandioso es el enterarnos del regreso a casa de alguna persona reportada como desaparecida en nuestro país, pocas veces ocurre eso, en este espacio les cuento historias desgarradoras de aquellas que ya no están aquí para alzar la voz y contarnos qué fue lo que pasó. 

Sin embargo, cuando una adolescente o mayor de edad decide irse de casa porque fue víctima de violencia o por problemas familiares, parece que a muchos les gustaría leer que aparecieron sin vida. Qué cabrón. 

Esta semana estuve con la señora Jaqueline Huerta, madre de Ayline Rubí Jiménez Huerta, una jovencita de 17 años que llevaba 20 días no localizada. 

Los allegados bloquearon Montevideo y la avenida Cien Metros, en la alcaldía Gustavo A. Madero, con pancartas y consignas pidieron la pronta localización de la menor de edad que fue vista por última vez al ser subida a una patrulla de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, placas MX015E1.

Ocurrió el 13 de abril cuando el novio de la adolescente, mayor de edad, habló a la policía para acusar a su suegra de secuestro porque “no los dejaba vivir su amor”. 

El artículo 262 del código penal federal de México señala el delito de estupro: “comete el delito de estupro, quién tenga cópula mediante seducción o engaño, con persona menor de edad, que sea mayor de trece años. No se considerarán como estupro, los casos en que la relación se dé como consecuencia de un acto ilegal de transacción comercial”. 

En un video Ayline Rubí argumenta que se fue porque era maltratada por su madre. En su declaración, presentada en redes sociales, se contradice y señala que su mamá la tenía encerrada en casa y en otro párrafo dice que ella vivía con su novio David, inquilino de su madre en unos cuartos que rentan en la casa de la alcaldía GAM.

Mientras ese video se difundía, la madre, Jaqueline, mostraba documentos del IMSS en los que se leía sobre la epilepsia de la joven y del tratamiento psiquiátrico que lleva en el centro médico La Raza. 

Entonces ¿es o no un delito que un joven de 22 años haya sacado a Ayline con ayuda de una patrulla de su casa? ¿Es o no un delito que la haya embarazado aún con el tratamiento psiquiátrico que la menor recibe? 

No perdamos el foco, el elemento de SSC no cumplió con el protocolo establecido y subió a la patrulla a una adolescente. No había un mandato ministerial, no existía flagrancia, no hubo una falta administrativa. ¿Por qué se la llevó el oficial y luego la dejó ir con “su novio” mayor de edad? 

Más allá de molestarnos o criticar el entorno o el contexto en el que aparece viva una persona reportada desaparecida debemos ocuparnos como sociedad en tratar de entender por qué cada día van en aumento estas ausencias voluntarias. Algo anda mal en las casas, en el entorno, en las escuelas, en los trabajos, en el día a día.

Le dejo como reflexión a usted, querid@ lector, si fuera su hija que se va de casa por un enojo, un berrinche o una confusión, ¿no movería cielo, mar y tierra para dar con ella? ¿No bloquearía cualquier vialidad para encontrarla cuanto antes? 

Esa es la solidaridad y empatía que tanta falta nos hace a los mexicanos, ponernos en los zapatos del otro y punto.