Toñito pasó de ser un muchacho que iba a ver a su novia en la motocicleta a engrosar la masa de personas nacidas en México que se aventuraron a irse a Estados Unidos en busca de un sueño
Miguel Camacho @mcamachoocampo
Hace unos días tuvimos una “urgencia” veterinaria en la casa. Por un descuido atribuible 100% a mi papá y a mí, se nos pasó la fecha para aplicar al becerro recién nacido la pasta para inhibir el crecimiento de los cuernos, procedimiento fundamental cuando tienes ganado en establos. Pues le hablamos al veterinario de cabecera y estaba de vacaciones. Le hablamos al veterinario que llamamos como bateador emergente y también estaba de vacaciones.
Nos agarró un poquito la impaciencia y decidimos acudir a Toñito, un muchacho de 18 años que ayuda a los veterinarios y cuida una vaca y dos becerros. Sí estimados amigos, Toñito “estaba de vacaciones”, al menos esa fue la “versión oficial” que me dio su mamá.
Ustedes que tan amablemente dedican un ratito de su tiempo para leerme, tal vez estén diciendo: “A nosotros qué caramba nos importan tus urgencias veterinarias y que no encontraras ni a los veterinarios ni al tal Toñito. Les cuento.
Días después mi papá habló con Abraham, tío de Toñito, quien le comentó que el muchacho que habíamos estado buscando tenía ya 15 días trabajando en Estados Unidos. El muchacho, que este año debió haber terminado el bachillerato, estudios que abandonó en el primer semestre, decidió, al igual que su papá Beto, su hermano Daniel, su tío Abraham y su primo, abandonar su pueblo, en el sur del Estado de México, para ir a buscar el “sueño estadounidense”.
Toñito pasó de ser un muchacho alegre que injertaba árboles frutales, que ayudaba a su abuelito en el cuidado de sus invernaderos, que auxiliaba a los veterinarios, a ser un PAISANO, un PAISANO que tal vez envíe algunos dólares para el sostenimiento de su pequeña hermana y su mamá y terminar las mejoras a su casa.
Toñito pasó de ser un muchacho que iba a ver a su novia en la motocicleta a engrosar la masa de personas nacidas en México que se aventuraron a irse a Estados Unidos en busca de un sueño y que en el primer semestre de 2024 enviaron al país 31,3 mil millones de dólares a sus familias. Cifra que destacan medios gubernamentales y medios de comunicación como histórica, pero que más bien debiera ocultarse bajo 10 llaves y combinaciones, ya que es producto de que en el país no hemos podido crear las suficientes oportunidades para que personas como Toñito y sus familiares cumplieran sus sueños. Muy distinto sería si esos 31,3 mil millones de dólares fueran producto de exportaciones de los invernaderos que cuidaba Toñito.
Además del riesgo que corren los connacionales al emigrar a Estados Unidos de manera indocumentada, casos como el de Toñito y su familia tienen un agravante: las deudas que su partida genera. Según comentó el tío del muchacho a mi papá, la familia tuvo que desembolsar 10 mil dólares (aproximadamente 190 mil pesos al tipo de cambio actual) para que lo “pasaran” de manera segura. Al pago a los “coyotes”, hay que agregar la cuota que su familia en México tendrá que pagar a la célula de la Familia Michoacana que domina la región (ronda los 40 mil pesos).
Así las cosas Toñito, si consigue un trabajo estable y más o menos bien remunerado, tendrá que dedicar el primer año de su estancia en el vecino país a pagar lo que costó su viaje en busca de un sueño, por lo que en el pueblo no se le verá al menos en tres años..
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