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En Corto I SCJN ante nuevos desafíos

En Corto I SCJN ante nuevos desafíos

Resulta que el mismísimo ministro presidente de la Suprema Corte fue relegado en ese acto por sus pares; sí, el mismo a quien tanto se ha presumido por su origen indígena y su lucha social.

Raúl García Araujo @araujogar

Noche histórica de un día memorable lo que ocurrió este lunes en la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la asunción de sus nueve integrantes y el inicio de una nueva época para el máximo tribunal constitucional del país.

Asumió la presidencia un ministro de extracción indígena, lo que no ocurría desde la época del Benemérito Benito Juárez. Llegan nueve ministros, ya no once como en el pasado; la mayoría, mujeres, a diferencia de antes.

El discurso del ministro presidente, Hugo Aguilar Ortiz, también quedará para la posteridad: hará imperar la austeridad y refundará la Corte; reducirá los salarios de las y los ministros; desaparecerá los gastos médicos mayores y los mandará al ISSSTE, además de “revisar” las pensiones de las y los ministros en retiro.

Pero no faltaron los negritos en el arroz; uno de ellos, con toda seguridad “sembrado”, intentó “deshacerse” de la presidenta Claudia Sheinbaum del Salón de Plenos antes de corresponderle.

Se trata del secretario general de Acuerdos, Rafael Coello Cetina, nada menos que sobrino del controvertido exfiscal Javier Coello Trejo, quien dejó mala huella entre los líderes de izquierda del país.

En algún momento de la ceremonia de asunción de las y los nueve ministros, Rafael Coello, un experimentado funcionario de la Corte con más de 20 años en el cargo y allegado a las y los ministros más conservadores, decidió equivocarse y prácticamente invitar a salir a la presidenta Claudia Sheinbaum.

Tuvo que salir al paso el ministro presidente, Hugo Aguilar, para señalar que faltaba la entonación del Himno Nacional, lo que procedió de inmediato y enmendó la plana al “olvidadizo” y experimentado funcionario de la Corte.

Pero lo que siguió no fue menor, y esto correspondió a los totalmente 4T. Resulta que el mismísimo ministro presidente de la Suprema Corte fue relegado en ese acto por sus pares; sí, el mismo a quien tanto se ha presumido por su origen indígena y su lucha social, fue mayoriteado por las ministras y relegado, sacrificando incluso el protocolo y cualquier norma de urbanidad, incluido el Manual de Carreño.

El protocolo establece que el presidente de la Corte, en su calidad de titular de uno de los tres poderes de la Unión y de anfitrión, debe estar al lado de la o el titular del Ejecutivo, en este caso, de la presidenta Claudia Sheinbaum.

En su afán por estar al lado de la presidenta, las ministras Lenia Batres y Yasmín Esquivel desplazaron una y otra vez a un inexperto y temeroso Hugo Aguilar, quien por momentos tuvo que apresurarse para intentar ocupar el lugar que, por importancia y protocolo, le pertenece.

Lo que de suyo es grave pudiera parecer un tema puramente anecdótico, un agandalle de las ministras. Pero no lo es, porque puede marcar la tónica que regirá en los trabajos del órgano jurisdiccional supremo.

Y más grave aún puede ser porque la misma presidenta Claudia Sheinbaum no le dio su lugar a Hugo Aguilar. Bastaba un “dejemos que llegue el ministro presidente” para que el par de ministras gandallas abriera el espacio e incorporara a su presidente en el lugar que le correspondía. Pero este llamado nunca llegó.

Ojalá en los hechos y en la relación entre poderes impere la civilidad y se le dé el lugar que le corresponde a quien fuera muy respetado y reconocido por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, a quien no le ha de haber hecho nada de gracia el trato que recibió el nuevo presidente de la Suprema Corte, justamente en su casa y en su acto protocolario.

 

En Cortito: Nos cuentan que mientras la presidenta Claudia Sheinbaum encabezaba en Palacio Nacional el Consejo Nacional de Seguridad, en Morelos, el alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, hacía lo propio al presidir el Consejo Municipal, con la convicción de que la seguridad no puede esperar.

La coincidencia no es casualidad, sino un reflejo de la coordinación que comienza a tejerse entre los tres niveles de gobierno para devolverle la paz al país.

En la capital morelense, el edil anunció medidas de gran alcance para garantizar entornos más tranquilos a las familias. Entre las acciones destaca la instalación de arcos de revisión y lectura de placas y códigos del Registro Público Vehicular (REPUVE) en los accesos estratégicos de la ciudad. Esta medida permitirá detectar de manera inmediata vehículos robados o vinculados a ilícitos, cerrando el paso a la impunidad en las calles de Cuernavaca.

A la par, Urióstegui detalló que, en coordinación con Guillermo García Delgado, titular de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano (SEPRAC), se acordó la colocación de más de 200 nuevas cámaras de videovigilancia en puntos clave de la ciudad. Estas se sumarán a las ya instaladas desde su primera administración, consolidando un sistema de monitoreo que moderniza y fortalece la capacidad de reacción policial.

La estrategia del alcalde Urióstegui Salgado, acompañada del respaldo técnico y político de figuras como Omar García Harfuch, apunta a que la capital de Morelos sea reconocida como ejemplo de coordinación y resultados, convirtiéndose en uno de los municipios más seguros de la región centro del país.

 

Pongamos el desorden: La “fatiga cívica”

Pongamos el desorden: La “fatiga cívica”

Nosotros, los de a pie, cada vez más cansados. Ya no nos indignamos, ya ni nos sorprendemos. Inventamos, sin darnos cuenta, un mecanismo de defensa: la fatiga cívica.

Miguel Camacho @mcamachoocampo

Vaya meses los que hemos cargado en la política mexicana: de un escándalo saltamos al siguiente. Si no son los viajes de lujo de los miembros de la 4T, que ya olvidaron aquello de la austeridad republicana, son las casas con precios de otro planeta o los golpes en el Senado.

Y como si faltara circo, este 1 de septiembre vimos a una representación de “pueblos originarios” entregando “bastones de mando” a quienes por la noche juraron como ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En este espectáculo de tres pistas nunca faltan los payasos, los trapecistas se caen solos y los domadores terminan devorándose entre ellos. Aquí los reflectores no se apagan y la polarización es el acto estelar. ¿Y el público? Nosotros, los de a pie, cada vez más cansados. Ya no nos indignamos, ya ni nos sorprendemos. Inventamos, sin darnos cuenta, un mecanismo de defensa: la fatiga cívica.

No es apatía, es puro agotamiento. Según análisis hechos con base en la Encuesta de Calidad e Impacto Gubernamental (2023), realizada por el INEGI, 68% de los mexicanos ya no confían en las instituciones políticas. Ese número no solo habla de desconfianza: es como si hubiéramos firmado el acta de defunción de la esperanza. Y si me apura, el otro 32% quizá todavía no se entera.

El bombardeo de noticias es interminable. Hoy un político acusado de corrupción, mañana una ley polémica, pasado la bronca digital por un tuit. Nuestro cerebro ya entendió que lo más sano es desconectarse. Llegamos al punto en que un nuevo escándalo no genera marchas ni pancartas: apenas un bostezo colectivo.

El filósofo español Daniel Innerarity llama a esto “la política de la perplejidad”: ese sentimiento de estar abrumados por tanta información. En México, la perplejidad ya se convirtió en fatiga. Y lo peor: normalizamos el desorden.

El resultado es un círculo vicioso. La clase política sabe que estamos agotados, y por eso no se molesta en cambiar. Aprendieron que un escándalo dura lo que dura el trending topic: 24 horas. Y nosotros, con la batería descargada, se lo dejamos pasar.

El mayor triunfo de la clase política en México no es su inteligencia, sino nuestro cansancio. Ellos solo esperan, y saben que al final claudicamos.

El verdadero desorden no está en sus jugadas. Está en nosotros, resignados a ver el circo arder desde la grada. Y todavía aplaudimos.

EN EL TINTERO

El 1 de septiembre estrenamos ministros en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la corte de la polémica, la corte del acordeón. Ojalá les quede claro que su chamba es aplicar la ley para todos, incluso para los opositores. Porque ellos también son pueblo.

Y la presidenta, Claudia Sheinbaum, presentó su primer informe de gobierno. Como en todos los informes, de cualquier color, aparecieron cifras muy alegres… que no siempre coinciden con lo que se vive en la calle.

Sepa La Bola: Política bronca, confrontación e imposición

Sepa La Bola: Política bronca, confrontación e imposición

Lo ocurrido no solo exhibe la tensión entre dos personajes con estilos personalistas y pendencieros, sino también la falta de una cultura parlamentaria que premie la deliberación sobre la provocación.

Claudia Bolaños @claudiabola

El enfrentamiento entre Gerardo Fernández Noroña y Alejandro Moreno Cárdenas no surgió de la nada. Llevaban semanas cruzando acusaciones y descalificaciones en tribuna y en redes sociales, como si se tratara de una crónica anunciada. El Senado solo fue el escenario en el que el intercambio verbal escaló a la agresión física.

En este choque hay dos estilos que conviene observar. Por un lado, Fernández Noroña, conocido por su tono desafiante y su capacidad para provocar, suele capitalizar el conflicto como plataforma política. Sin embargo, en esta ocasión, al verse rebasado por la fuerza y el ímpetu de su contrincante, optó por trasladar la disputa al terreno legal y presentar denuncias. Es un giro llamativo: el agitador de siempre, ahora convertido en denunciante institucional.

Del otro lado está Alejandro “Alito” Moreno, dirigente del PRI, un político con más años de experiencia en la operación partidista que en la construcción de consensos. Su reacción fue más impulsiva y agresiva, golpeando no solo a su rival directo sino también a un camarógrafo que intentó interceder. Este desbordamiento habla de un político atrapado entre la necesidad de mostrarse fuerte ante su militancia y la incapacidad de contenerse en un contexto de presión pública.

Hay quien diría que el más débil ahora es el hábil en la confrontación: Noroña. Él supo cambiar de táctica: pasó del escenario del zafarrancho al de la denuncia formal, victimizándose, pero al parecer los empujones no le darán para desaforar a su contrincante.   En contraste, Moreno se quedó en el papel de agresor, lo cual erosiona la imagen de un dirigente que pretende proyectar control y liderazgo.

El episodio, sin embargo, no es excepcional ni exclusivo de México. Parlamentos en Europa, Asia y América Latina han sido escenario de golpes, empujones y hasta sillazos. La política bronca es un espectáculo que se repite allí donde la confrontación sustituye al debate. La diferencia está en las consecuencias: en algunos países los legisladores terminan sancionados, mientras que en México estas escenas se han normalizado y rara vez hay castigos efectivos.

Lo ocurrido no solo exhibe la tensión entre dos personajes con estilos personalistas y pendencieros, sino también la falta de una cultura parlamentaria que premie la deliberación sobre la provocación. Mientras la violencia siga siendo tolerada o incluso celebrada como muestra de “fuerza”, veremos más episodios de este tipo, donde lo que se pierde no son solo las formas políticas, sino la confianza de la ciudadanía en sus representantes.

Ahora bien, la política bronca no es el único síntoma de un deterioro más profundo. También está en juego la forma en que se conciben las instituciones y las reformas de gran calado, como la electoral.

Y Sepa La Bola  pero cuando se habla de autonomía en el contexto de la reforma electoral, conviene detenernos a observar de qué estamos hablando. La comisión encargada de impulsarla está integrada únicamente por servidores públicos: la Secretaría de Gobernación, la Consejería Jurídica, el director de la Agencia Digital y otras instancias similares. Es presidida y coordinada por Pablo Gómez, quien convoca con toda formalidad, pero no deja de ser una comisión creada desde el gobierno y para el gobierno.

Aquí aparece la primera contradicción: ¿cómo hablar de autonomía en una comisión presidencial que responde a una mayoría absoluta en las dos cámaras y a una presidenta que ya ha manifestado su respaldo abierto al proyecto? Sí, se reconocen cambios legales necesarios para fortalecer la democracia, pero no se incorporan las voces de la oposición ni se integran las minorías.

Vale la pena enfatizar lo que dicen los especialistas.que, tras el fraude electoral de 1988, con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas encabezando el Frente Democrático Nacional, todas las reformas electorales posteriores  nacieron de problemas reales surgidos en los procesos electorales, y  producto de pactos políticos y se construyeron con consensos amplios.

Hoy sucede lo contrario. La propuesta nace desde el gobierno, no desde la oposición, y carece del consenso que históricamente dio legitimidad a las reformas electorales en México. Esa es, quizá, la mayor debilidad de este nuevo intento: se habla de democracia, pero se olvida que ésta se construye con acuerdos, no con imposiciones.

Así, mientras en el Congreso la política se degrada en pleitos físicos y denuncias mediáticas, en el terreno institucional se diseñan reformas de manera unilateral. Ambos fenómenos tienen un costo común: erosionan la confianza ciudadana. Y sin confianza, la política —bronca o institucional— pierde su verdadero sentido.

Pongamos el desorden: Faltó garra

Pongamos el desorden: Faltó garra

Algunas crónicas del evento señalaron que al último discurso de la ministra Piña le faltó fuerza. Coincido: quedó a deber un guiño a todos los jueces que perdieron su cargo por una reforma al Poder Judicial hecha sobre las rodillas.

Miguel Camacho mcamachoocampo

Con su informe final, la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Lucía Piña Hernández, puso fin a una época en el máximo tribunal del país y, en general, en el Poder Judicial Federal.

En su discurso, la ministra Piña dio cifras, habló de transparencia, dijo que el máximo tribunal estuvo sujeto a acoso y desinformación, y afirmó que no respondieron con estridencias, sino con sentencias.

Fue un adiós más parecido a un café descafeinado: sin tres de los ministros en activo del pleno, sin los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral y sin los miembros de la Judicatura Federal. Seguramente tenían algo mejor que hacer.

Algunas crónicas del evento señalaron que al último discurso de la ministra Piña le faltó fuerza. Coincido: quedó a deber un guiño a todos los jueces que perdieron su cargo por una reforma al Poder Judicial hecha sobre las rodillas, y a todos los trabajadores que también serán cesados para acomodar a los equipos de los juzgadores del “acordeón”, de la “chiva” o de la “chuleta”, como usted le quiera llamar.

Faltó un mensaje crítico a las que se quedan y a los que llegan al máximo tribunal del país, recordándoles que no tienen el cargo por la “voluntad del pueblo”, sino por la ambición de unos cuantos, el instinto de conservación de otros, la venganza de uno y la falta de garra de todos.

Faltó una advertencia: está en sus manos ser agentes de cambio o simples comparsas de una causa.

El 1 de septiembre entrará en funciones una SCJN descafeinada, sin muchas de las facultades que tiene la actual. Llegarán juzgadores que no podrán ayudarnos porque, si se salen del guion, podrían enfrentar la furia del régimen o de sus allegados en el Tribunal de Disciplina Judicial.

A partir del lunes 1 de septiembre comenzaremos a vivir las consecuencias —buenas o malas— de nuestra falta de garra. Después no digamos que no lo vimos venir.

EN EL TINTERO

Menudo espectáculo protagonizaron Gerardo Fernández Noroña y Alejandro Moreno Cárdenas al liarse a golpes en la última sesión de la Comisión Permanente del Congreso, en la antigua sede del Senado.

Bastante raros los vendajes con los que apareció el colaborador de Fernández Noroña en la conferencia de prensa tras el altercado… No digo que no saliera lastimado; mi pregunta es: ¿QUIÉN CARAMBA LO ATENDIÓ?

Esto sí se llama justicia expedita: agentes del Ministerio Público fueron a la casona de Xicoténcatl a recibir la denuncia. ¿Iría un médico legista a ver las radiografías y valorar las lesiones? Si así curan las fracturas, no me quiero imaginar cómo suturan las vergüenzas.

En Corto I Adiós a la SCJN dorada

En Corto I Adiós a la SCJN dorada

Hoy Norma Piña será recordada como la presidenta que permitió la demolición de la Suprema Corte. La que, en lugar de defender la institución, la arrastró a la peor crisis de su historia.

Raúl García Araujo @araujogar

Culmina toda una vida de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de resoluciones hechas a la medida de los poderosos, de dictámenes por consigna para favorecer al presidente en turno, de burocracia dorada que vivió de espaldas al pueblo. Se apaga una época de privilegios insultantes.

Empieza ahora una nueva era para sus integrantes salientes, once ministros que regresarán a una vida terrenal, donde deberán pagar sus propios gastos, sus comidas, sus viajes, su gasolina, sin el séquito ni la parafernalia que por años los rodeó en su reino de opulencia.

La debacle de la Corte comenzó con la errática conducción de su presidenta, Norma Piña Hernández, quien, cerrada a escuchar al pueblo, se atrincheró en la soberbia y terminó entregando el Poder Judicial en bandeja de plata. Creyó que la institución era intocable, que los ministros eran intocables, y lo único que consiguió fue acelerar el derrumbe.

Piña tuvo en sus manos la posibilidad histórica de impulsar la más grande reforma judicial de nuestra vida pública. Prefirió mirar hacia otro lado. Fue Andrés Manuel López Obrador quien tomó la bandera y, con el respaldo popular, la convirtió en una Reforma Judicial que ya es irreversible.

La presidenta de la Corte apostó a desafiar al Ejecutivo y perdió. Pensó que con gestos de desdén, como negarse a ponerse de pie en Querétaro en la ceremonia constitucional; con promesas vacías, como el supuesto destino de los fideicomisos para los damnificados de Acapulco; o con el silencio cómplice de sus ministros frente a los llamados de autorregulación, bastaba para contener la marea. Pero en realidad lo único que hacía era cavar la tumba del Poder Judicial.

Y a la par, desde dentro, Arturo Zaldívar se encargó de dinamitar lo que quedaba de su autoridad, mientras desde las mañaneras se exhibían sus contradicciones, excesos y privilegios. Lo que derrumbó a Piña no fue solo la fuerza del Ejecutivo, sino su propia incapacidad política.

Hoy Norma Piña será recordada como la presidenta que permitió la demolición de la Suprema Corte. La que, en lugar de defender la institución, la arrastró a la peor crisis de su historia, dejando abandonados a miles de trabajadores honestos y al descubierto la corrupción de quienes convirtieron al Poder Judicial en un negocio familiar.

Su legado no es de independencia ni de dignidad, sino de claudicación. Pasará a la historia no como la mujer que reformó la justicia, sino como la ministra que selló la rendición del Poder Judicial ante el pueblo organizado.

Y ese es el punto central: no fue López Obrador quien derrotó a la Corte. Fue el pueblo de México, cansado de jueces corruptos, ministros de lujo y sentencias al servicio del dinero. La gente decidió que la justicia no puede seguir siendo privilegio de unos cuantos.

Norma Piña podrá decir que será la historia la que la juzgue. Pero el juicio ya está dictado: su nombre quedará marcado como el de la presidenta que dejó morir a la Corte, que dejó sin defensa a su propio poder y que abrió paso a una nueva justicia popular que ya no se detendrá.

 

En Cortito: No hay que perder de vista lo que ocurre dentro de Morena, donde los excesos y extravagancias de sus líderes, diputados y senadores están ahogando el discurso de austeridad que tanto pregonó su máximo líder, Andrés Manuel López Obrador.

Los morenistas dejaron de predicar con el ejemplo. Sin la férrea presencia y control de López Obrador, comenzaron a mostrar su verdadero rostro: intereses personales, privilegios y una ambición desmedida que choca con los principios que alguna vez defendieron. El maquillaje del partido se cae y, con él, la credibilidad ante el electorado.

Lo más grave es que estos excesos tendrán consecuencias claras en la elección intermedia de 2027. Sin el escudo político de López Obrador, los ciudadanos juzgarán a cada uno de los líderes que hoy abusan de los recursos y la influencia de Morena. Ese voto de castigo podría marcar un retroceso severo para el partido, dejando al descubierto la fragilidad de un proyecto político que parecía invulnerable.

La prueba de fuego para Morena recaerá sobre Luisa María Alcalde y su capacidad de mantener la cohesión y disciplina dentro del partido. Será un examen ineludible: demostrar que Morena puede sostener su proyecto político más allá de la figura del ex presidente o sucumbir ante los intereses individuales de quienes hoy gobiernan bajo la sombra del poder.

Si no se actúa con firmeza, el mensaje será claro: sin López Obrador, Morena no solo pierde la moral, sino también la conexión con la gente que alguna vez confió en él. Y esa lección, inevitablemente, se reflejará en las urnas.

 

Pongamos el desorden: La inflación emocional

Pongamos el desorden: La inflación emocional

La inflación emocional se mide en frases: “ya no me alcanza el día”, “ando tronado”, “me siento drenada”.

Miguel Camacho @mcamachoocampo

Cuando escuchamos la palabra inflación, pensamos en el precio del limón, en el kilo de tortillas o en que el gas LP ya parece artículo de lujo. Pero hay otra inflación, silenciosa y cotidiana, que no aparece en las gráficas del Banco de México ni en los reportes del INEGI. La otra inflación no se mide en pesos, sino en paciencia: es la inflación emocional.

Dormir bien, estar en paz o reír sin cinismo ya son lujos que se cotizan al alza. El fenómeno es tan real como el que golpea a la canasta básica. Solo que aquí la moneda no es el peso o el dólar, sino las horas de sueño perdidas, la ansiedad acumulada y la fatiga de vivir con prisa.

En 2022, México alcanzó una inflación anual del 8.7%, la más alta en 20 años. El dato fue portada y objeto de debates. Pero si midiéramos con la misma seriedad la inflación emocional, el índice sería de crisis humanitaria.

El costo de la paciencia en el tráfico es altísimo. La CDMX ocupa el sexto lugar mundial en congestión vehicular. Eso significa que cada capitalino pierde 148 horas al año atorado en alguna avenida, casi un mes laboral completo.

Pero lo que se pierde en el tránsito no es solo tiempo: es humor, es salud, es la última pizca de cordura. Si esas horas se tradujeran en dinero, cada automovilista podría darse algunos lujos, como… un terapeuta de cabecera. Quizá deberíamos contabilizar como horas trabajadas los traslados.

La pandemia dejó claro que la inflación emocional no es metáfora.  burnout (agotamiento por estrés) se disparó: en 2021, un estudio de la UNAM encontró que 75% de los trabajadores en México tenían síntomas de estrés severo.

El INEGI mide carencias en salud, vivienda y educación. Pero ¿quién mide la carencia de descanso? Dormir ya es un lujo: el mexicano promedio duerme 6.5 horas diarias, menos de las ocho recomendadas por la OMS.

La deuda de sueño es el verdadero Fobaproa de nuestra generación.

Lo mismo pasa con la risa genuina, con el ocio sin culpa, con el silencio. Todo está en escasez. Y cuando algo escasea, sube de precio. Hoy hasta dar un abrazo sincero se siente como llenar el tanque de gasolina.

La inflación emocional se mide en frases: “ya no me alcanza el día”, “ando tronado”, “me siento drenada”. Son indicadores más confiables que cualquier encuesta.

Si existiera un INEE (Instituto Nacional de Estadística Emocional), sus gráficas mostrarían la curva del estrés disparada, el índice de ternura en mínimos históricos y la confianza en el futuro depreciada.

La inflación emocional es el costo oculto de un país y de un mundo que exige más de lo que devuelve. Y aunque no aparezca en los reportes oficiales, sus efectos son visibles: cansancio colectivo, violencia cotidiana, apatía política.

No es solo un fenómeno mexicano. En Nueva York, Tokio o Madrid, el alza en las estadísticas de divorcios, de depresión y de violencia intrafamiliar también muestra esta carestía emocional. En Estados Unidos, incluso se declaró la epidemia de la soledad como problema de salud pública.

Como advierte la psicoterapeuta belga-estadounidense Esther Perel, especialista en vínculos humanos: “Hoy no estamos hambrientos de pan, sino de descanso, de atención y de conexión humana”. Esa es la verdadera canasta básica emocional, y está más cara que nunca.

Quizá lo que necesitamos no es un control de precios, sino un control de tiempos. Subvencionar la calma, subsidiar el descanso, estabilizar el mercado de la ternura. Un bono de siestas, una tarifa plana de abrazos, un seguro contra la prisa. Suena utópico, pero más caro es seguir pagando con ansiedad y desvelo cada instante de la vida.

EN EL TINTERO

“El Mayo Zambada” se declaró culpable de varios cargos de narcotráfico. Aseguró que durante su carrera criminal sobornó a políticos… ¿Qué políticos tendrán sus barbas remojando?