La jugada obligada de la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de salir a rechazar las versiones sobre su supuesta renuncia quedó corta

Israel Mendoza

De paso, evidenció una respuesta sin intención política en reprobar el espionaje del que fue objeto el ahora exvocero Omar Cervantes. Tampoco evitó exhibir que la operación política fina que debería manejarse desde Bucareli, la tiene bajo su control Julio Scherer Ibarra.

La ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene la confianza del presidente para unos temas de la política interna del país, pero la operación de los temas fundamentales y coyunturales de la agenda de interés en Palacio Nacional se manejan desde el despacho adjunto ocupado por Scherer Ibarra.

La secretaría de Gobernación tiene un papel relevante y trascendental en lo cosmético de la 4-T al ser la primera mujer en llegar al despacho principal de Bucareli. Sin embargo, desde que se le ha buscado dar el giro a la dependencia y convertirla en una dependencia con tamaño de secretaría de atención a los derechos humanos, el debilitamiento político de la misma terminó por dejarla en un lugar secundario.

En mucho se debe al carácter de la propia secretaria. Ella sólo trabaja de manera institucional. Carece de una carrera política que la encamine a saber negociar con las distintas fuerzas políticas y los grupos de poder fáctico que circundan la esfera de operación de la propia secretaría.

El antecedente del proyecto de la cuatroté fue el Proyecto Alternativo de Nación creado a posteriori a los comicios de 2006. En ese modelo de gobierno legítimo se incluyó a José Agustín Ortiz Pinchetti como secretario de relaciones políticas, un cargo aspiracional hacia la secretaría de Gobernación. En ese año aún no figuraba Olga Sánchez Cordero como una férrea defensora del proyecto transformador.

Ella estaba destinada a ser senadora, pero tras el triunfo en 2018 fue reclutada para tener acercamiento con integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como un puente que brindara confianza; sin embargo, en la operación política cotidiana de los temas de interés nacional no pasan por sus manos y la mayoría recaen en la consejería jurídica del gobierno federal.

Incluso, su participación en las conferencias mañaneras son un síntoma de que aún goza de aceptación por parte del presidente, en la medición hecha por la empresa Spin, para enero de este año llevaba 65 asistencias y 27 participaciones.

Pero la pifia más reciente que cometió fue no haber respondido con una condena tajante al espionaje telefónico ya que es un delito que está claramente tipificado. Pero pasó enfrente de los funcionarios de Gobernación y no se ha dado a conocer si se abrirá una investigación por ese delito.

En su más reciente mensaje vía Twitter mostró que su trabajo sólo está a disposición del Presidente no de la agenda social que requieren atención de la secretaría de Gobernación. Esos son signos de una secretaría debilitada.