Luego del paso de la tormenta hubo todo, menos calma. Hubo desesperación, hubo hambre, hubo desamparo, hubo miedo; pero lo más grave, hubo un gobierno ausente

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

El último miércoles de octubre de 2023 será recordado por México como un día trágico. Esa madrugada el huracán “Otis” golpeó las costas de Guerrero, dejando graves daños, especialmente en el puerto de Acapulco, centro turístico considerado como una de las perlas del Pacífico mexicano. “Otis”, cual pirata del siglo XVI, enterró la belleza del puerto con escombros, postes, cables, lodo y con todo lo que sus vientos de 270 km/h pudo arrastrar.

Luego del paso de la tormenta hubo todo, menos calma. Hubo desesperación, hubo hambre, hubo desamparo, hubo miedo; pero lo más grave, hubo un gobierno ausente.

El gobierno volvió a aplicar la estrategia que usa para salir del paso cuando sabe que “metió la pata” (incluidos los errores): Negar la realidad y victimizarse. Sin embargo, en esta ocasión, parece que las cosas no están saliendo bien, ya que la realidad, que no reconoce colores e ideologías, está poniendo todo en su lugar.

Mientras los tres niveles de gobierno decían que se trabajaba para ayudar a todas las personas afectadas por el fenómeno natural, los medios de comunicación mostraban el desastre material y social. Imágenes de gente caminando en busca de sus familiares; denuncias de falta de lo más básico para sobrevivir; actos de rapiña; denuncias de la inacción gubernamental, y edificios destruidos inundaron los noticieros y redes sociales.

En medio de la crisis, el presidente López Obrador, en un afán de convertirse en el protagonista de los hechos, tomó una de las decisiones más TONTAS, sino es que la más TONTA de su administración, ir a Acapulco por tierra, cuando sabía que por el estado de las carreteras no iba a poder llegar. Esa acción lo hundió en el ridículo al quedar ATASCADO en la carretera. ¿Por qué no usar una de las tantas aeronaves del Estado mexicano para viajar? Si no se podía volar a Acapulco, ¿por qué no usar las comunicaciones satelitales del gobierno para coordinar la ayuda y recibir la información?

A la mala gestión de la crisis debemos agregar la insensibilidad mostrada por el mandatario y el gobierno tras el primer reporte que daba cuenta de 27 fallecidos: “No nos fue tan mal”, dijo el presidente. (Por respeto a la investidura presidencial no voy a hacer ningún comentario al respecto, tendría que decir malas palabras.)

Pero “Otis” reactivó el chip de la unidad de los mexicanos, el de la solidaridad y la unidad, cualidades que incluso están inscritas en uno de los versos de nuestro himno nacional: “Piensa oh Patria querida que el Cielo, un soldado en cada hijo te dio…”

Al rescate de Acapulco y las zonas afectadas acudieron empresas como Telmex, que puso a disposición de la población en general centros donde la gente podía acceder a internet para comunicarse con sus seres queridos. También las aerolíneas, encabezadas por Aeroméxico, que establecieron un puente aéreo para llevar insumos a la zona afectada y sacar de ahí a personas varadas. Pero también acudieron miles de personas con sus aportaciones monetarias y en los centros de acopio en todo el país.

El gobierno ha anunciado ya un plan de rescate de la zona afectada por “Otis” , con una inversión de 61 mil millones de pesos, monto a todas luces insuficiente, ya que los daños son calculados en 15 mil millones de dólares.

Hay voces que señalan que no es momento de buscar culpables, sino de unirnos para volver a levantar las zonas destruidas por el huracán, tienen razón. Pero también es tiempo de pedirle cuentas al gobierno por su insensibilidad y omisión. Es tiempo de decirle los mexicanos queremos avanzar y tú (gobierno) estás ATASCADO.

EN EL TINTERO

El presidente López Obrador no puede dejar de sacar raja política de nada. Aprovechó la crisis provocada por el paso de “Otis” para retar al Poder Judicial Federal a aceptar que los recursos de los fideicomisos que mandó extinguir sean destinados a los damnificados del huracán. La presidenta de la SCJN aceptó dialogar al respecto y crear los canales institucionales para hablar del tema.

Sobre estos hechos me saltan varias dudas: ¿Qué esos fideicomisos no eran de los trabajadores? ¿Puede la ministra presidenta de la SCJN negociar con fondos que les pertenecen a los trabajadores? ¿Ya tiene la ministra presidenta de la SCJN un plan B para reponer los recursos de los trabajadores? ¿Aceptar negociar implica que no habrá recortes presupuestales?

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