Actualmente los 23 mandatarios estatales de Morena pueden apelar al liderazgo del presidente cada que “la lumbre les llega a los aparejos” pero a partir de octubre del próximo año será diferente

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

En esta época de reflexión y balances, permítame, estimado lector, hacer un ejercicio de futurología. Se imagina usted lo que harán los gobernadores morenistas que queden a partir del 1 de octubre del año entrante, cuando el presidente López Obrador ya no esté (oficialmente) en el poder, y ya no puedan apelar a su imagen, o a que caminaron con él en la formación del movimiento. La respuesta, desde mi punto de vista es sencilla, rascarse con sus propias uñas, ya que sus ineptitudes se verán cada vez más resaltadas.

Actualmente los 23 mandatarios estatales pueden apelar al liderazgo del presidente cada que “la lumbre les llega a los aparejos”, pero a partir de octubre del año entrante cada uno tendrá que asumir el costo político, social e incluso penal de sus acciones, porque ya no estará López Obrador, “el hombre que purifica con sus palabras”.

Pongamos como ejemplo a la mandataria mexiquense, Delfina Gómez, quien está viviendo en carne propia el dicho que dice: “No es lo mismo ser cantinero que borracho”. La delincuencia organizada, en especial “La Familia Michoacana”, grupo delictivo que domina poco más de un tercio del estado protagonizó dos hechos violentos. El primero en la comunidad de Texcapilla, Municipio de Texcaltitlán, con un saldo de 14 muertos y un número de personas secuestradas aún no determinado, aunque en un afán de restarle gravedad a la situación, las autoridades mexiquenses las califican como desaparecidas.

El segundo caso se acaba de dar en esta misma semana. En redes sociales circularon videos de cómo una célula delictiva secuestra a punta de pistola a cuatro trabajadores de una bodega de pollo.

Los altos mandos mexiquenses, que apenas han cobrado seis quincenas, han respondido con Mesas para la Construcción de la Paz, con fichas de búsqueda y la promesa de recompensas.

Lo que la administración mexiquense (y en general la 4T) no acaba de entender es que está sentada sobre un polvorín que le puede estallar en cualquier momento. Este año se reveló Texcapilla. En 2022 fue Agua Amarga, en el Municipio de Coatepec Harinas, cuyos pobladores ocasionaron destrozos en el Palacio Municipal por el secuestro de Gabriel, su delegado municipal. ¿Qué comunidad será la que se revele en 2024? ¿Responderá el gobierno mexiquense con la misma ineptitud que en el caso de Texcapilla y el de los trabajadores de la pollería?

Al principio de esta colaboración, le planteaba a usted amigo lector que juntos hiciéramos un ejercicio de imaginación sobre lo que harían los gobernadores emanados de Morena sin López Obrador. Veamos dos casos hipotéticos.

Si ganara Claudia Sheinbaum las elecciones presidenciales los mandatarios estatales se quedarían sin protección, porque Claudia no es López Obrador. Es una mujer sin empatía hacia la gente y hacia sus mismos compañeros de movimiento. Además de que, desde mi punto de vista, no cuenta con toda la simpatía dentro del oficialismo, un ejemplo claro de lo anterior es que le bajaron a García Harfuch de la candidatura para la CDMX.

Ahora bien, en el hipotético caso de que quien triunfara en la contienda presidencial fuera Xóchitl Gálvez, creo que los gobernadores aplicarían el plan de victimizarse y dirían que los problemas que viven en sus entidades (y que por su ineptitud no pueden resolver) son culpa del regreso de las fuerzas oscuras del pasado neoliberal. Me atrevo a decir que uno que otro abandonaría el barco.

El 2024 será un año de importantes decisiones para el país, no se las dejemos a otros, salgamos a votar, porque de nuestro voto depende que tengamos un feliz año nuevo. Gracias por leerme y que tenga un feliz 2024.

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