Nuestras esperanzas son nuestras. Entregarlas a un político, por muy bien que nos caiga, sería el equivalente a entregarle parte de nuestra vida

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

Si de algo podemos acusar a los políticos mexicanos en esta época electoral es de apropiarse, de secuestrar el concepto de esperanza. De hecho se debería configurar como delito electoral “la apropiación indebida de la esperanza”. Debido al “agandalle” político de la esperanza podemos escuchar mensajes como: “Morena, la esperanza de México” o “La esperanza cambió de manos, ahora está con Xóchitl”. Pero antes de seguir, veamos algunos conceptos de esperanza:

Según la Real Academia de la Lengua Española “esperanza” es el “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”.

Para el filósofo italiano Nicolá Abbagnano, la esperanza es un “proceso de fe y ánimo optimista basado en la expectativa de resultados favorables relacionados con eventos o circunstancias de la propia vida o el mundo en su conjunto”.

El brasileño Paulo Freire define a la esperanza como una necesidad ontológica, lo que nos mueve, lo que nos marca una dirección.

Veamos por último el concepto de Santo Tomás de Aquino que definía a la esperanza como la “virtud infusa que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de conseguir la vida eterna y los medios, tanto sobrenaturales como naturales, necesarios para llegar a ella con ayuda de Dios”.

Tomando en cuenta los conceptos expuestos en los párrafos anteriores, podemos decir que la esperanza es la expectativa que tenemos cada uno de nosotros de conseguir algo, teniendo en cuenta las circunstancias que nos rodean.

Así las cosas, a lo largo de su vida, el ser humano, no sólo tiene una esperanza, sino un conjunto. Por ejemplo, obtener un título universitario después de años de estudios; reunir un patrimonio personal mediante el trabajo; los padres se esfuerzan para dar a sus hijos estudios y que tengan una mejor vida.

Pero volvamos al principio. Yo le diría a Morena y a todos los miembros de la 4T que cambiaran su eslogan, ya que no pueden decir que representan “la esperanza de México”, porque México es un enorme mosaico de colores, olores, sabores, personas y maneras de pensar y, cada una de las partes del mosaico, tienen sus esperanzas.

Nuestras esperanzas son nuestras, únicamente nosotros, con nuestro trabajo, podemos conseguir llevar a buen puerto los procesos para verlas materializadas. Entregarlas a un político, por muy bien que nos caiga, sería el equivalente a entregarle parte de nuestra vida.

Los políticos en campaña más que dedicarse a decir que representan nuestra esperanza y que ahora ellos son portadores y representantes de éstas, deberían presentar planes y propuestas para que todos los mexicanos, incluidos ellos, podamos verlas materializadas.

EN EL TINTERO

-El reciente caso de “corrupción” que involucra al exministro Arturo Zaldívar le vino como anillo al dedo al presidente López Obrador, ya que le permitió y le seguirá permitiendo quitar atención de la campaña gris y sin propuesta que realiza Claudia Sheinbaum.

El exministro Zaldívar anunció que con el apoyo de Morena pedirá juicio político contra la presidenta de la SCJN; en respuesta el PAN anunció que también pedirá juicio político contra el expresidente del máximo tribunal del país.

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