Claudia Sheinbaum se ha dedicado a administrar la ventaja, que dicen las encuestas que tiene. Ha evitado los lugares donde sabe que le pueden dar un raspón por ser la delfín del presidente 

Miguel Camacho | Twitter: @mcamachoocampo

Estamos por llegar al primer tercio de la contienda por la Presidencia de la República. Qué le parece amigo lector si hacemos un recorrido por lo que han sido estos días.

A lo largo de lo que va de la contienda hemos visto a Xóchitl Gálvez, por momentos, arrebatar al presidente López Obrador el control de la agenda y posicionar en el centro del debate el tema de la seguridad.

Pero también nos hemos podido dar cuenta de las grietas que existen en el grupo opositor, que no se presenta como un bloque cohesionado, más bien pareciera, en ocasiones, una olla de grillos que buscan estar cómodos y se olvidan de lo más importante, que es arropar e impulsar a Xóchitl.

A Jorge Álvarez Máynez simplemente lo hemos visto hacer lo que puede, con lo que tiene, intentando jugar, sin éxito, al candidato disruptivo. En el debate del próximo 7 de abril quizá veamos que el aspirante presidencial de Movimiento Ciudadano, como lo hizo Salomón Chertorivski en el debate chilango, saque las palomitas de maíz porque las dos mujeres aliancistas “no lo pelen en el intercambio de ideas”.

Por el lado del oficialismo, Claudia Sheinbaum se ha dedicado a administrar la ventaja, que dicen las encuestas que tiene. Ha evitado los lugares donde sabe que le pueden dar un raspón por ser la delfín del presidente López Obrador. Dicho de otra manera, se ha dedicado a jugar al “arroz cocido”, es decir, a dar la impresión de que su victoria en las urnas es ya irreversible.

Hasta el momento, el eje central de la campaña de Sheinbaum no ha sido presentar su plan de gobierno, sino dedicarse, en eventos controlados, en los que sabe que no va a recibir cuestionamientos serios, a defender las políticas del presidente y a decir que ella va adelante en las preferencias, según los números de las encuestas, porque el “pueblo” quiere que siga la transformación.

Jugar al arroz cocido tiene por objetivo preparar el camino para el conflicto post electoral, ya que, de ganar la candidata opositora, Morena y aliados podrán levantarse y gritar a los cuatro vientos “que la oligarquía cometió fraude” y que, con su aval a los resultados de las urnas, el Poder Judicial concretó un golpe de Estado técnico.

Pero la estrategia seguida por el presidente (porque Claudia Sheinbaum y su equipo únicamente reciben instrucciones) podría resultar contraproducente, ya que puede ocasionar un alto nivel de abstencionismo, tanto de opositores, como de partidarios de Morena. “Para qué votamos si ya esta señora la tiene segura, las encuestas dicen que va a ganar”.

Recuerde que los ingredientes del arroz presidencial los ponemos nosotros con nuestro voto y que la estufa electoral no se apaga hasta que el candidato triunfador recibe su constancia de mayoría.

EN EL TINTERO

-La Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT) sugirió a sus afiliados dejar de transmitir la “Hora Nacional”, luego que el Partido Acción Nacional presentara una queja contra la Secretaría de Gobernación y los agremiados de la CIRT por inequidad electoral, ya que los contenidos del programa radial favorecen a la candidata oficial Claudia Sheinbaum.

-Gran indignación ha causado la revelación de que el gobierno mexicano entrega dinero a los migrantes venezolanos que deporta a dicho país sudamericano. Se debe aclarar el fundamento legal de la orden, de no haberlo estamos simple y sencillamente ante otro capricho presidencial.

-El Tren Maya sigue dando qué decir, este miércoles se descarriló un vagón mientras circulaba.

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