AMLO se ha dado cuenta que no es lo mismo ser opositor que gobernante, dicho de otra manera, no es lo mismo ser cantinero que borracho

Miguel Camacho | @mcamachoocampo

El pasado uno de septiembre el presidente López Obrador presentó oficialmente el Cuarto Informe de Gobierno. Digo oficialmente porque el mandatario ha presentado N cantidad de informes. En esta administración ha habido informes trimestrales, en el aniversario de la victoria electoral, en el de la toma de posesión, etcétera, etcétera, etcétera. En todos sus “informes” el presidente asegura que el país va de maravilla, aunque la realidad tiene “otros datos”.

Hace unos días mi primo “Joselo”, que no es partidario del mandatario, me preguntó si no veía algo bueno en este gobierno. Después de pensar un poco creo que la principal cualidad de nuestro presidente es el enorme costal (saco) de buenas intenciones con el que llegó al gobierno.

¿Quién en su sano juicio iba a estar en contra de eliminar el despilfarro gubernamental, acabar con la corrupción, apoyar a los adultos mayores, dar becas a los estudiantes, entre otras cosas que prometió en campaña? Incluso hoy nadie está en contra de sus buenas intenciones.

Las promesas de campaña del actual presidente hicieron que los mexicanos, partidarios o no de él, tuviéramos altas expectativas de su administración. Sin embargo, a cuatro años de distancia, de la esperanza de cambio poco queda.

El Cuarto Informe (oficial) de Gobierno fue una exposición de cifras alegres, las cuales son desmentidas por la realidad a la que a diario nos enfrentamos 130 millones de mexicanos, fue la continuación de la narrativa de encono con la que tiene divididos a los mexicanos.

Pero si la economía está en franca contracción, hay muchos mexicanos que carecen de una fuente de ingresos, la inseguridad está por las nubes y el sistema de salud está en terapia intensiva, ¿por qué tiene tan altos índices de aprobación?

Desde mi punto de vista, quienes aprueban al presidente ven en él a un hombre valiente, que se enfrenta a “complots de gente malvada que no comprende su trabajo, por defender a la gente vulnerable, aunque esos complots sean como los gigantes con los que luchó «El Quijote».

Quienes simpatizan con López Obrador, me dijo un amigo sociólogo, lo ven como una persona que no tiene miedo a expresar lo que piensa de personas con más poder, real o simbólico. Ansían poder aplicar la narrativa presidencial a padres, amigos, jefes, al agente de tránsito que les pide una “mordida”.

“¿Cómo enfrentar a López Obrador con López Obrador?”, le pregunté a mi amigo.

“Pues si lo vas a querer confrontar de manera directa, descalificándolo, vas a perder, incluso puedes fortalecerlo. Deben surgir liderazgos que actúen con precisión quirúrgica y no como el presidente, como un carnicero”, me respondió mi amigo, que es académico en la UNAM.

Lo cierto es que López Obrador se ha dado cuenta en este tiempo de gobierno que no es lo mismo ser opositor que gobernante, o dicho de otra manera, no es lo mismo ser cantinero que borracho.

PD. Si se rompe la alianza Va por México, debido a la iniciativa presentada por una diputada del PRI para ampliar la presencia de las fuerzas armadas en las calles, López Obrador tendrá la vía libre para ganar Edomex, Coahuila y las presidenciales de 2024 sin ninguna dificultad.