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Me gusta la visión de la presidenta Sheinbaum de no engancharse y reaccionar ante hechos y medidas concretas.

Miguel Camacho: @mcamachoocampo

Pasado el bombardeo del día inaugural de Trump, ya todos más tranquilos, es momento de respirar profundo y tomar decisiones con cabeza fría, pero no congelada; es decir, el gobierno mexicano no puede engancharse con cualquier cosa que salga de la boca de Trump, pero tampoco puede quedarse sin hacer nada.

Lo primero que se debe tener en cuenta para enfrentar la nueva etapa de la relación entre México y Estados Unidos, es que no hay igualdad.  Ambos son países son soberanos e independientes, pero hay que reconocer que nuestro vecino del norte tiene mucha más fuerza.

Si una virtual y, para muchos, casi segura imposición de aranceles sería perjudicial para para Estados Unidos, también lo sería para México y quizá en mucho mayor grado.

Tal vez la deportación de compatriotas meta en severos líos al país de las barras y las estrellas, porque enfrentará escasez de mano de obra en sectores como la construcción, la hospitalidad (restaurantes, hoteles, etc.) y la agricultura, pero México sufrirá una baja en las remesas, lo que dejará sin recursos a miles de familias que dependen de dichos envíos para subsistir.

Me gusta la visión de la presidenta Sheinbaum de no engancharse y reaccionar ante hechos y medidas concretas. Sin embargo, no veo, hasta el momento, acciones concretas para enfrentar lo que se viene.

Sí, está bien, ya anunciaron albergues y apoyos por dos mil pesos para los deportados, es necesario pensar más allá de la llegada.

Hay que desplegar una estrategia diplomática para buscar aliados en Canadá y poder realizar una presión efectiva sobre Washington.

El gobierno mexicano debe hacer un análisis político de la situación en Canadá, hablar con el gobierno actual, pero también identificar a los actores influyentes para hacer alianzas de cara a un ya inminente cambio de administración en ese país (hay que recordar que Justin Trudeau va de salida).

Pero en Estados Unidos también se debe cabildear no únicamente en los pasillos gubernamentales, quizá sea más importante hacerlo en el congreso, con gobernadores y empresarios.

Hacia el sur también debe haber una estrategia diplomática que deje claro, como ya lo dijo la presidenta en una mañanera, que México actuará de manera humanitaria, pero que aplicará su legislación migratoria y eso incluye la deportación.

La situación que plantea el regreso de Trump a la oficina oval implica también cambios en las políticas económicas que deben pasar necesariamente por el abandono de proyectos no estratégicos, por ejemplo la construcción de trenes o mantener una línea aérea que no despega.

Diversos actores políticos han llamado a cerrar filas para “defender la soberanía”, creo que no se trata de hacer un discurso patriotero, sino que el gobierno se ponga a trabajar, por ejemplo, en hacer una reingeniería del presupuesto, atendiendo cuestiones meramente técnicas y no ideológicas.

En la medida que la población vea que cumplen con su trabajo, tengan por seguro que no estarán solos.

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