Beethoven se desenvuelve en una época en la que el idealismo comienza a ser parte del presente de la vida de los artistas
Miguel Camacho @mcamachoocampo
A lo largo de la historia músicos, escritores, pintores, escultores, cantantes, artistas de todos los géneros han soñado con que su trabajo trascienda el tiempo y las fronteras para ser apreciado por varias generaciones. En muy pocos casos se ha dado la conjunción de talento y un entorno social que les permita alcanzar el éxito y con éste la inmortalidad. Uno de estos artistas es Ludwig van Beethoven.
Aunque el talento musical de Beethoven es innegable, su inicio en el mundo de la música fue tormentoso debido a la obsesión que tenía su papá con Mozart como niño prodigio. Él quería tener un “niño prodigio” de manera paralela a lo que fue Mozart…
“Yo creo que sí lo atormentó la sombra de Mozart”, me comentó el doctor Edgar Alejandro Calderón, investigador musical y profesor del Conservatorio Nacional de Música.
“El talento de Mozart emergió de una manera, como se puede decir, precoz, como niño prodigio… Hay muchos que valoran la genialidad de Mozart en base a que era capaz de componer de una sola vez, sin hacer tachaduras ni borrar. Todas sus obras le llegaban y era capaz de escribirlas de una sola vez… Beethoven era el caso contrario. Beethoven era trabajador compulsivo, era de ir mejorando y mejorando y mejorando. Entonces podríamos tener dos figuras en contrastes muy opuestos, pero que el resultado deriva en la genialidad de sus obras”, subrayó el doctor Calderón.
Beethoven se desenvuelve en una época en la que el idealismo comienza a ser parte del presente de la vida de los artistas. Su figura, comenta el doctor Calderón, es difícil de clasificar, ya que desarrolló su obra entre el clasicismo, un periodo caracterizado por la música 100% instrumental y el romanticismo, en el que la música comenzó a ser influida por la literatura.
Un hecho que retrata el cariz “romántico” de la obra de Beethoven, señala el doctor Calderón es lo sucedido con su tercera sinfonía, dedicada en un principio a Napoleón Bonaparte:
“Por ejemplo, la Sinfonía Tercera de Beethoven es cuando justamente entra la etiqueta de romántico. En una primera instancia esa sinfonía se llamó Bonaparte… Creo que era el héroe perfecto, como esos ideales que perseguía el romanticismo de la libertad, la igualdad. Supongo que la primera idea de Beethoven al dedicar la sinfonía a Bonaparte eran esos ideales del heroísmo tal cual. Y cuando Bonaparte se vuelve emperador, se decepciona Beethoven, tacha la dedicatoria y le pone a la memoria de un héroe muerto.”
Para el doctor Calderón la obra de Beethoven puede dividirse en tres grandes periodos:
“El primer periodo sería el clásico (los primeros años de su obra); el segundo el romántico (en el que compone obras como la Tercera Sinfonía), y el tercero, simplemente se le llama el tercer periodo porque es de una innovación insospechada, de una innovación que no tiene paralelos. Nadie comprendía a Beethoven de esa época. Es en esa última época precisamente es donde Beethoven empieza a hacer los primeros bocetos de la Novena Sinfonía, obra que le aseguró un lugar entre los inmortales de la historia de la humanidad, pero de eso hablaremos el próximo martes.