A Samuel García Sepúlveda el feminicidio de Debanhi Susana lo seguirá por el resto de su gobierno

Raúl García Araujo | @araujogar

La desaparición de mujeres en Nuevo León evidenció la falta de calidez humana y oficio político del gobernador Samuel García Sepúlveda y de todo su equipo.

El tratamiento que han dado al caso de Debanhi Susana Escobar Bazaldúa, del que hay cada día más dudas, tiene indignada y molesta a la sociedad regiomontana.

No aprendieron nada de las quejas que despertó, días antes, la desaparición y muerte de otra joven: María Fernanda Contreras Ruiz.

Y fueron las pifias en la búsqueda de la joven de 18 años que convirtieron el tema no solo de interés nacional sino internacional.

Este caso evoca al de la niña Paulette, en el Edomex, cuando era gobernador Enrique Peña Nieto, que si bien era del orden común, trascendió la esfera nacional, incluso internacional.

Como se recordará, igual que ahora, las autoridades de investigación acudieron al lugar de la desaparición de la menor, en ese caso la casa de los padres. Revolvieron la casa, una y otra vez, la voltearon de cabeza en cada visita y nada, no la encontraron.

Pero ¡ohhhh! Sorpresa, en la enésima cita, resultó que estaba debajo de la cama, una cama que habían revisado múltiples ocasiones.

Los casos guardan cierta similitud, en esto de las apariciones inexplicables de las personas buscadas.

En este caso, la ineptitud de su fiscalía catapultó la imagen del mandatario de Nuevo León, junto con el de Morelos, como de los gobernantes más mediocres para atender los temas de violencia contra las mujeres en México.

A Samuel García Sepúlveda el feminicidio de Debanhi Susana lo seguirá por el resto de su gobierno; mientras que las muertes de las jóvenes morelenses Laura Yanet y Evelin son la fotografía del pésimo gobierno de Cuauhtémoc Blanco, a quien, por cierto, el Congreso del estado ya analiza someterlo a juicio político.

Al gobernador de Nuevo León no le sirvió de nada tener a su lado a su esposa Mariana Rodríguez cuando salió atender a un grupo de mujeres afuera de Palacio de Gobierno.

Las madres de mujeres desaparecidas en el estado y activistas lo llenaron de reclamos, pero sobre todo, los culparon por la falta de resultados para atender este problema.

Y fueron, como diría el presidente Andrés Manuel López Obrador “las benditas redes sociales”, quienes documentaron el mal momento que el mandatario y su esposa vivieron con la sociedad regiomontana.

El enojo y rabia del pueblo de Nuevo León se volcó en Facebook, Twitter, Instagram y Tik Tok, redes que tanto usa la esposa del mandatario de Nuevo León, Mariana Rodríguez, para dar a conocer un cambio de look, o la adopción de un bebé por un fin de semana,  pero que en esta ocasión se manifestaron contra ella y su marido, con un grito de indignación.

Después sobrevino lo peor, la versión oficial de la Fiscalía General de Justicia del Estado horas después de encontrar el cuerpo sin vida de Debanhi Susana en una cisterna a espaldas del motel Nueva Castilla. Una contusión profunda de cráneo, dijeron.

De inmediato, los usuarios de las redes sociales se fueron con todo contra el gobierno de Samuel García Sepúlveda, así como sobre el fiscal Gustavo Adolfo Guerrero.

Mario Escobar padre de la joven, fue el primero en alzar la voz y acusar a las autoridades de Nuevo León de omisas ante la muerte de su hija.

Sin saber qué hacer ante la reacción y el enojo no solo del pueblo de Nuevo León, sino de todo el país e incluso a nivel internacional, el mandatario García Sepúlveda trato de parar la furia mediática diciendo que ni él mismo conocía la carpeta de investigación sobre el feminicidio de Debanhi Susana.

Es decir, esa no la conocía, pero sí tuvo total acceso a la del exgobernador, Jaime Rodríguez Calderón, como él mismo lo dijo.

La presión social fue tal que la propia Fiscalía del Estado se vio en la necesidad de rectificar e informar al pueblo de México y a la comunidad internacional que el caso de la estudiante de derecho de 18 años sería investigado como feminicidio.

¿Pero sabe que otra cosa es grave?, que en los 13 días que duró la búsqueda de Debanhi, en Nuevo León, fueron asesinadas seis mujeres y desaparecida una menor -finalmente aparecida ayer-. Le habló de seis casos documentados por medios locales y organizaciones civiles como FundeNL, no de los cinco que erróneamente se difundieron por una mala estrategia de comunicación de la autoridad.

 

Es decir, seis feminicidios en trece días en el estado. Una cifra escandalosa que da cuenta del poco interés de las autoridades estatales por resolver este grave problema.

«Hemos denunciado diversas crisis de desapariciones y esta es una crisis más, ahora vemos que son mujeres jóvenes las que desaparecen, son desaparecidas en la zona metropolitana de Nuevo León», dijo Angélica Orozco, de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León.

Quiero abrir un paréntesis, dejando de lado, el rumbo que tomen las investigaciones del caso Debanhi, lo importante aquí es que en nuestro país se vive una ola de desapariciones de mujeres, jamás vista en la historia y que, en la mayor parte de los casos, cuando aparecen, es sin vida.

Este problema ha traído a la sociedad mexicana tal incertidumbre, que ahora los padres lo piensan dos veces para dejar salir a sus hijas de sus hogares a divertirse o tomar el café con sus amigos, ya que no existe un gobierno llámese federal, estatal o municipal que les brinde la seguridad de caminar en las calles, para regresar sanas y salvas a sus casas.

Los casos de los gobernadores de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda y de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, son un claro reflejo de lo que le estoy hablando, su deficiente capacidad e inacción de sus administraciones para brindar la seguridad a las mujeres en sus estados, los colocan como los peores gobernantes del país.

Y no tengo duda, que serán ellas, quienes los pongan de rodillas para que rindan cuentas a la sociedad.

En Cortito: Pobladores de la zona de Santa Úrsula, Coyoacán, ubicados a solo unos pasos del internacional Estadio Azteca hacen un llamado al alcalde Giovani Gutiérrez a retomar su supuesta lucha contra las chelerias de la zona, callejeras o establecidas.

Adicionalmente a frenar la expansión de los tianguis de Santa Úrsula y de la colonia Ajusco, cuyos deseos de administraciones anteriores ha sido juntar el conocido como las chácharas con el de Santa Úrsula, y que con la permisividad de este alcalde, casi lo logran.

Los tianguistas dicen como escudo que para eso pagan sus moches al alcalde, con quién pactaron su expansión antes de las elecciones.