Ojalá que la premura en la operación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, no traiga consigo alguna desgracia

Raúl García Araujo | @araujogar

La polémica fue el sello característico de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Como es costumbre, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador fue el primero en abrir el debate sobre esta edificación que es considerada una de las mega obras de su gobierno, junto con la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

El jefe del Ejecutivo federal salió de Palacio Nacional por la madrugada en un vehículo hacia la nueva terminal aérea y tardó en llegar 43 minutos; con ello, según él, atajó las críticas de quienes señalan que los trayectos son de más de hora y media, desde la Ciudad de México.

El detalle que se le olvidó decir a López Obrador, que, si bien hizo ese tiempo en su traslado, es porque el 21 de marzo fue día festivo y eso reduce significativamente el tráfico vehicular en el Valle de México.

La polémica siguió en “las benditas redes sociales”, que han ido documentado las diversas deficiencias con las que cuenta, hasta el momento, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

Y son los usuarios de ellas, quienes, a través de sus cuentas en Twitter y Facebook, han denunciado que hasta el momento siguen sin haber cajeros automáticos ni casas de cambio, que son indispensables para los viajeros.

Bueno, hasta el cierre de esta columna, aún ni abren los restaurantes del lugar, y en algunos casos los usuarios reportaron que no hay agua en los baños.

Punto y aparte son las críticas sobre las tlayudas y venta de algunos artículos, que dejan mal parada a la oposición al hacerla ver clasista y que no entra de lleno a la crítica del proyecto; quedaron como opinadores superficiales.

En pocas palabras, lo que vimos este lunes es que el presidente Andrés Manuel López Obrador solo inauguró la nueva terminal aérea, para cumplir su promesa de no dejar ninguna obra sin terminar en su gobierno, a sabiendas de que el nuevo aeropuerto no está concluido en su totalidad.

Solo nos mostró una mínima parte de lo que es el proyecto.

Es por eso que, en su discurso de apertura recordó lo que sucedió cuando gobernaba la Ciudad de México, de entregar obras a medias, solo para cumplir sus caprichos personales y no afectar su discurso e imagen política.

Cuando fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, del 2000 al 2005, su administración construyó el segundo piso de Periférico y antes de su inauguración, los medios de comunicación, documentamos las diversas deficiencias de la obra que iban desde señalizaciones o muros de contención para evitar accidentes.

Ante las evidencias, los reporteros que cubríamos su conferencia matutina en la entonces sala de prensa Francisco Zarco, le cuestionamos tales faltantes, a lo cual, López Obrador respondió que la obra estaba lista para ser inaugurada y  que lo único que le faltaba era “chulearla”.

Sin importarle, cortó el listón para que la vialidad operara, igual como hoy está ocurriendo con el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, a pesar de que faltan trabajos en la pista central, las plataformas, zona de aduanas, la torre de control y sus conexiones para hacer rápido los traslados desde diferentes puntos del Valle de México.

No, eso no le importa al presidente López Obrador, e incluso, en su discurso dijo que el AIFA está completamente concluido.

De nueva cuenta, la soberbia con la que se conduce el inquilino de Palacio Nacional se pone de manifiesto en una obra tan importarte para el país, en donde no solo está en riesgo la operatividad de la nueva terminal aérea, sino también la seguridad de los cientos de pasajeros que ya la están utilizando.

Sí ese será el sello de la casa, veremos en corto plazo, lo mismo en las otras mega obras de su gobierno como el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, que seguramente serán inauguradas por él por su capricho personal y sus ambiciones políticas.

En esta ocasión, me parece que el mandatario se equivoca pues no tenía nada de malo esperar unos meses más, ya que en esencia la obra, tiene un avance significativo y al recorrerla es posible percatarse del gran potencial del proyecto.

Me refiero a los puntos favorables: gran tamaño con posibilidad de crecer y atender a más viajeros, vías de conexión que al estar terminadas harán muy fácil el traslado desde cualquier punto del Valle de México y, sobre todo, lo que se ha buscado por años, aligerar la carga del actual aeropuerto de la Ciudad de México.

Ojalá que la premura en la operación del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, no traiga consigo alguna desgracia, porque entonces sí, el único culpable de esta sería el presidente Andrés Manuel López Obrador, que sigue caminando con una soberbia que le nubla la visión de las cosas.