Los conflictos al interior de las visitadurías de la CNDH no dan tregua a la presidenta del organismo, Rosario Piedra

Israel Mendoza Pérez | @imendozape

Los conflictos en las visitadurías de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sólo exhiben los errores de tener colaboradores militantes y activistas de una causa y no profesionales y técnicos en derechos humanos.
Ahora, desde la oficina principal de la Tercera Visitaduría, encabezada por Hilda Téllez Lino, hay una política de terror contra aquellos funcionarios que se preocupan por el óptimo trabajo requerido en esa área encargada de velar por los derechos de las personas privadas de la libertad en centros penitenciarios federales; sin embargo, a su alrededor sus principales colaboradores: Montserrat Rizo, directora general encargada de la supervisión penitenciaria; Patricia Orozco, directora de área de evaluación penitenciaria y Víctor Sánchez, director del área de Quejas, se han encargado, aceleradamente, de descomponer el ambiente laboral y dar resultado magros en la materia de defensoría.
Incluso Monserrat Rizo fue la encargada de abrirle la puerta, a lo grande, a Álvaro Sánchez Valdez, conocido como “Jefe Neptuno”, quien fue alto mando del Agrupamiento Granaderos de 2014 a enero de 2019, tiempo en que se documentaron denuncias por abuso de autoridad, acoso sexual y venta de plazas presentadas en asuntos internos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina. Aunque el 26 de marzo de este año, Rosario Piedra, separó del cargo al protegido de Téllez Lino, al hacerse público su pasado represivo en la policía de la Ciudad de México.
Del actuar de los funcionarios, tiene conocimiento Tellez Lino, quien, según versiones internas de los trabajadores, mantiene una política de puertas abiertas en la oficina, pero oídos sordos. Se le ha hecho del conocimiento de las acciones, maltratos y abusos de su director y directoras y la respuesta que da es: “yo confío ciegamente en ellas, son mi familia y con ellas trabajé en la Comisión de la CDMX”.
El acoso laboral es una constante en la Tercera Visitaduría, a quien llaman la oficina del terror, los propios trabajadores que han sufrido despidos por cuestionar a Monserrat Rizo y a Hilda Téllez quienes bajo un supuesto esquema de “eficiencia”, “cambios estructurales” y una “verdadera defensa de los derechos humanos” despiden a funcionarios de carrera en derechos humanos por corregirles sus errores. Aun así, sus relaciones políticas muy cercanas al secretario de gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres las llevan a moverse con autoritarismo en la CNDH.
Las versiones internas señalan que a los visitadores adjuntos que están permanentemente en centros penitenciarios federales laborando les realizan “investigaciones”, pidiéndole a la instancia encargada de los centros federales (OADPRS) que le proporcionen videos de la entrada y salida de éstos, así como que les envíen la lista donde firman. El OADPRS ha entendido esta situación como un punto a favor, por lo que si considera a un visitador incomodo inmediatamente comienza, junto con la Tercera visitaduría, una situación de acoso. Eso sí, las violaciones a derechos humanos y tortura en los centros federales persisten, pero la CNDH está más preocupada por ejercer el terrorismo laboral que velar por las personas privadas de la libertad. Este modus operandi no es aislado, es una constante.