El Poder Ejecutivo en estos tres años, cual si se tratase de un cuerpo humano, cercenó los dedos de sus manos al extinguir fideicomisos

Eduardo León | @EduardoLeonMx

Los mexicanos no tenemos memoria, por más que los hechos nos golpeen en el rostro, parece que nuestra atención está puesta en cualquier cantidad de asuntos menos en aquellos que nos están gritando en la cara.

Tan poca memoria tenemos los mexicanos que Morena obtuvo en las pasadas elecciones 11 de 15 gubernaturas que se disputaron en las pasadas elecciones de este año, con lo que gobernará para 58 millones de mexicanos, que pasaron por alto o bien, no se acordaron que en estos tres años la inseguridad, el desabasto de medicamentos, la falta de obra pública, de empleo e inversión en infraestructura han contribuido a que el escenario nacional sea uno de los más complicados en al menos cuatro décadas.

El Poder Ejecutivo en estos tres años, cual si se tratase de un cuerpo humano, cercenó los dedos de sus manos al extinguir fideicomisos como el Fonden, desaparecer el Seguro Popular, los programas de apoyo al campo, así como instancias como ProMéxico para la atracción de inversión extranjera, so pretexto de que había corrupción y que los recursos se entregarían directamente a los beneficiarios sin intermediarios; jamás se acreditó ningún acto de corrupción ni tampoco en los casos de desastre, se entregó recursos a los damnificados.

Las decisiones tomadas en 2019 y 2020 en materia económica, la cancelación de proyectos como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (Texcoco) o la instalación de Constellation Brands en Mexicali, B.C., la renegociación de contratos para la instalación de gasoductos, además de dar al traste con la generación de nuevos y bien remunerados empleos, también inició una bola de nieve en lo que a confianza se refiere, pues al día de hoy México está en una situación preocupante, ya que al inicio de la administración federal que encabeza Andrés Manuel López, los intereses como carga de deuda pasaron de 2.5 por ciento del PIB a 3 por ciento y la expectativa es que aumenten aún más.

Estas y otras malas decisiones, como negar el apoyo a las empresas durante la pandemia (ofrecer 25 mil pesos por negocio para un sinfín de medianas empresas fue poco menos que insultante) o rechazar dar beneficios fiscales terminó al final de 2020, según cifras del INEGI, por extinguir un millón de empresas y con ellas, los empleos que daban sustento a millones de familias.

Con este ambiente adverso no resulta extraño pues que la delincuencia haya tenido expresiones también desproporcionadas, el número de homicidios dolosos en los tres primeros años del gobierno federal de Andrés Manuel López, supera por mucho los registrados durante todo el sexenio de Vicente Fox (60, 280), o aquellos ocurridos durante el de Ernesto Zedillo (80, 671).

Si a esto añadimos que los datos que se tienen sobre desempleo, nos dicen que hay 2.5 millones de mexicanos sin trabajo según el INEGI, pues de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la tasa de desocupación laboral a agosto se ubicó en el 4.3 por ciento lo cual representa que casi 68 mil personas encontraron empleo, aunque hay que tener en consideración que al inicio de la pandemia se perdieron más de 12 millones de empleos, y según la directora de Análisis Económico-Financiero de Banco Base Gabriela Siller, la mayor recuperación se ha dado en el mercado informal.

Y eso ya sin mencionar el tema del profundo desabasto que adolece todo el sistema público de salud desde hace tres años y el sistemático rechazo en todas las entidades federativas a ejercer recursos en obra pública. Asuntos todos que debieran ser prioritarios y que sin embargo hoy tienen de rodillas a las familias de niños con cáncer, por poner un ejemplo, y que a la fecha han visto morir a dos millares de infantes ante la mirada indiferente del ejecutivo federal López Obrador y su Secretario de Salud Jorge Alcocer.

 

¿Cuáles son las prioridades del presidente?

No es la salud de los mexicanos, tampoco las Pymes que generan casi el 80 por ciento de empleo y aportan más de 40 por ciento del PIB, mucho menos lo es la seguridad ni la educación.

La prioridad del presidente Andrés Manuel López y su partido Morena en ambas cámaras es la reforma eléctrica, la electoral y la consulta para la revocación de mandato.

La eléctrica para devolverle a CFE el monopolio eléctrico y sacar de la competencia a las empresas ya instaladas en el país que ofrecen energía más barata, sin importar que se genere electricidad sucia gracias al uso de combustibles como el carbón y que los mexicanos -al no haber competencia- tengan que pagar una electricidad más cara todavía.

La electoral para desmantelar al Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral, a través de la destitución de los consejeros electorales así como de los jueces, para colocar en su lugar gente afín al “Movimiento” encabezado por López Obrador, no conforme con ello su proyecto considera la desaparición de los consejos electorales de los estados, lo que evidentemente pone en riesgo la autonomía, independencia e imparcialidad de los procesos (¿democráticos?) que se realicen en el futuro.

La revocación de mandato, aunque idealistas como Damián Zepeda del PAN la respalden, le abriría la puerta al actual mandatario para la reelección, esa que ha negado tantas veces buscar pero que evidentemente persigue tratando de seguir la pauta de Ecuador, Bolivia y Venezuela, países donde la democracia brilla por su ausencia, se encarcela a opositores y la escasez, la inflación y el hambre hacen estragos entre la población.