El gobernador David Monreal lleva años sin poder presentar un solo resultado de alto impacto. Todavía más grave: continúa sin lograr la captura de El Geras, el principal generador de violencia en Apulco y Nochistlán.
Raúl García Araujo @araujogar
Mientras el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, defendía —con números y con ironías— que los siete cadáveres abandonados en la frontera con Zacatecas no pertenecían a su estado, lo que quedó exhibido no fue una disputa limítrofe, sino la profunda incapacidad del gobierno de Zacatecas para contener la violencia.
Gallardo acusó a las corporaciones zacatecanas de intentar “mover” cadáveres para no sumarlos a su estadística. Y aunque sus declaraciones pueden parecer provocadoras, apuntan a una verdad incómoda: en Zacatecas, la violencia no sólo no cede, sino que se ha vuelto imposible de maquillar.
El gobernador David Monreal lleva años sin poder presentar un solo resultado de alto impacto. Todavía más grave: continúa sin lograr la captura de El Geras, el principal generador de violencia en Apulco y Nochistlán, el hombre que mantiene aterrada a la región y cuya presencia ha fracturado la seguridad en la frontera con otros estados. La omisión dejó de ser una preocupación pública para convertirse en el símbolo más claro de la parálisis estatal.
Mientras tanto, Gallardo presume que San Luis Potosí cerró noviembre con nueve homicidios —una cifra históricamente baja para la entidad— y cuestiona públicamente la lógica de que cuerpos identificados como zacatecanos hayan sido asesinados fuera del territorio donde nacieron, vivieron y fueron reportados. Del otro lado, Zacatecas no ofrece claridad, ni datos, ni avances, ni responsables. Sólo silencio.
Pero quizá el golpe más duro para el gobierno estatal llegó cuando quedó claro que el único operativo de alto impacto en Zacatecas en lo que va de 2025 no vino del gobernador Monreal, sino del Gobierno de México. Fue el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, quien encabezó desde la Mesa Nacional de Seguridad el desmantelamiento de una red criminal del Cártel Jalisco Nueva Generación.
El líder de esa estructura no era un delincuente menor: se trataba del exalcalde de Apulco, Mauro Yuriel “N”, prófugo durante meses y pieza clave del CJNG en la región. Un político que usó el poder público para operar a favor de la organización criminal y que terminó detenido sólo cuando intervino la Marina, no cuando actuó la autoridad estatal. Hoy la FGR lo procesa por delincuencia organizada, portación de armas exclusivas del Ejército y otros delitos federales.

La captura de Mauro “N” no sólo exhibe la profundidad con la que el crimen organizado ha penetrado las estructuras políticas municipales; también evidencia la ausencia total del gobierno de Zacatecas. Porque el golpe más importante, el único que realmente movió las estructuras criminales del centro del país, no lo dio David Monreal… lo dio Harfuch.
Y mientras El Geras continúa libre y la violencia sigue desbordada en Nochistlán y Apulco, el gobernador insiste en que todo va “bien”, que la coordinación “es buena” y que su relación política con Gallardo “es muy buena”. Para intentar corregir el desorden, su secretario de Gobierno tuvo que pedir el lunes que el caso fuera atraído por la Fiscalía General de la República, como si eso bastara para resolver una crisis que ha dejado crecer por años.

En medio de la polémica, los dimes y diretes, los números, los territorios controlados por el CJNG y las detenciones que tuvo que ejecutar la Federación cuentan otra historia: una donde Zacatecas está solo, rebasado y atrapado en una crisis que ya no sabe —o no quiere— enfrentar.
En Cortito: Nos cuentan que durante el informe del alcalde de Nezahualcóyotl, Adolfo Cerqueda Rebollo, la gobernadora Delfina Gómez Álvarez dejó claro que el Gobierno del Estado de México mantendrá una relación estrecha y de cooperación con el Ayuntamiento y con el Gobierno Federal, retomando el mensaje de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre la deuda histórica con la zona oriente.
Cerqueda agradeció este respaldo y destacó que gracias a esta coordinación se puso en marcha el Plan Integral de la Zona Oriente, con el que por primera vez municipio, estado y Federación coinciden en prioridades y recursos para atender el rezago de la región.
El alcalde también abordó uno de los problemas más urgentes: las inundaciones. Adelantó que los colectores Kennedy y Sor Juana serán intervenidos en 2026 para evitar afectaciones como las registradas este año, obras que serán posibles gracias al acompañamiento del Gobierno del Estado de México.
La gobernadora, además, respondió con disposición a la solicitud de Cerqueda para incrementar el presupuesto destinado a la rehabilitación del Parque del Pueblo, un espacio emblemático que cumple 50 años y que requiere una renovación integral.
La sintonía política entre Delfina Gómez y Adolfo Cerqueda envía un mensaje claro: cuando existe voluntad, respeto institucional y objetivos compartidos, la transformación deja de ser discurso para convertirse en hechos concretos.






