La élite de la 4T ha roto una y otra vez los principios de su movimiento: vivir en la justa medianía, no robar, no mentir.
Miguel Camacho @mcamachoocampo
Son ya siete años desde que la autollamada Cuarta Transformación (4T), fundada y encabezada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), llegó al poder. Sus promesas eran acabar con la corrupción, mejorar la seguridad, fortalecer los programas sociales y cumplir con su lema de tener en cuenta “primero a los pobres”.
A lo largo de estos siete años en el poder, la 4T ha actuado más que con espíritu transformador, con un espíritu demoledor. Frenó proyectos estratégicos como el Nuevo Aeropuerto de Texcoco y lo cambió por uno más pequeño, el Felipe Ángeles (AIFA), con la promesa de integrar un sistema metropolitano de aeropuertos conformado por las terminales aéreas de Toluca, Ciudad de México y el AIFA.
Desmanteló el Seguro Popular, creó un Instituto de Salud para el Bienestar, que no terminó de funcionar; después impulsó el IMSS Bienestar, que no acaba de cuajar, y ahora anuncian la inscripción a un sistema universal de salud que quién sabe si funcione, o siquiera lo puedan echar a andar. Del abasto de medicamentos mejor ni hablamos.
Aunque la presidenta Sheinbaum ha tenido avances en el tema de seguridad, los cárteles siguen aterrorizando gran parte del territorio nacional y causando muerte y destrucción.
Por otro lado, la élite de la 4T ha roto una y otra vez los principios de su movimiento: vivir en la justa medianía, no robar, no mentir. Cada vez son más frecuentes los casos de corrupción y excesos de miembros de la nueva élite en el poder, esa que llegó prometiendo ser distinta, pero actúa igual.
Entonces, si no ha cambiado nada, ¿por qué la 4T sigue afianzándose? La respuesta es hasta cierto punto sencilla: se apoderaron de la narrativa. Ellos son los buenos, y quienes los cuestionan son los malos que quieren bloquear sus intenciones de transformar al país.
Pero para transformar al país no era necesario un movimiento de demolición. Bastaba con que cada quien —ciudadanos y gobierno— cumpliera con su deber.
En el Zócalo, la presidenta Sheinbaum dio un mensaje que parece ser un manotazo en la mesa para corregir los vicios de la 4T. Ojalá lo logre, y ojalá la dejen. De seguir así, la 4T quedará como una oportunidad desperdiciada, un saco de buenas intenciones.
EN EL TINTERO
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