Los dueños de las huertas financian a un grupo de autodefensas que los protege; el CJNG busca apoderarse del lugar

En Tancítaro, Michoacán, donde esta semana se reportaron varios enfrentamientos entre grupos armados, la economía y la vida giran en torno a las huertas de aguacate.

Las sumas económicas que genera el aguacate, que se estiman en un millón de dólares al día por las exportaciones, son un imán para la delincuencia organizada que busca apoderarse del llamado oro verde.

Los dueños de las huertas destinan importantes recursos para financiar a un grupo de autodefensas que vigilan y patrullan el pueblo.

Tancítaro era hasta hace poco, uno de los escasos lugares de Michoacán que vivía en aparente paz, a pesar de la violencia latente en otros municipios cercanos.

En 2013, este municipio de unos 30 mil habitantes, se organizó en autodefensas para expulsar a los delincuentes que se habían apoderado de la comunidad.

Quien los organizó fue José Manuel Mireles.

Desde entonces las autodefensas, agrupados en una junta, se han coordinado con el gobierno municipal, que ellos imponen, para mantener el orden.

Al parecer ese grupo armado es el que se enfrenta al Cartel Jalisco Nueva Generación, quien desde hace años intenta apoderarse de Michoacán.

Las barricadas que se levantaron en noviembre de 2013, hoy son construcciones de cemento desde las que se vigilan los accesos y salidas a Tancítaro y sus comunidades.

Los pobladores hacen guardia una o dos veces al mes en esas casetas a las que les siguen llamando barricadas.

Vía radio informan de cualquier riesgo o actividad sospechosa y en minutos pueden reunirse decenas de personas, por eso es común ver en las calles a hombres con radios de comunicación.

Se estima que en todo el municipio hay al menos 4 mil de estos aparatos.

Hasta antes de la pandemia, en Tancítaro la gente aseguraba vivir en paz, a pesar de las heridas abiertas que dejó la violencia entre 2006 y 2013.

“Tancítaro tiene alrededor de 84 comunidades y en cada comunidad debe haber 20, 30 desaparecidos», dice el maestro Pedro Olivera, integrante de la junta.

En Tancítaro, hoy uno de los principales retos es mantener la seguridad que amenaza el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Desde hace unos meses, ese grupo criminal busca entrar a Tancítaro. En junio, 28 integrantes del CJNG fueron sometidos y posteriormente liberados. Se dijo que el grupo de autodefensas de Tancítaro los soltó porque no quería un enfrentamiento directo con el CJNG, aunque esto despertó la sospecha de algunos, de que habían pactado con ese grupo criminal.

Hoy, que hay enfrentamientos en el territorio de Tancítaro, parece que no hay tal pacto.

El otro gran problema en Tancítaro son las adicciones, sobre todo a las metanfetaminas, conocidas como hielo o ice.

Hasta 2019, la Comunidad Terapéutica de Tancítaro estimaba que el 60 por ciento de la población tenía algún nivel de adicción.

“Tristemente se detecta que hubo un problema, una explosión en las adiciones a partir de la liberación, de la mejora económica que hubo y cero control», menciona Erik Díaz, coordinador de la Comunidad Terapéutica de Tancítaro.

¿Pero si el pueblo tomó el control cómo entra la droga al municipio?

Es algo que nadie puede explicar, circula mucha droga, aunque es paradójico pues cuando los integrantes de las autodefensas detectan a algún vendedor, lo exhiben antes de encarcelarlo.

Lo cierto es que hay una línea muy delgada entre las autodefensas y un cartel, pues con el poder de las armas, todo está bajo su control.