Los espacios que hace más de 20 años fueron pensados como módulos de vigilancia para que hubiera policías en las colonias de Sinaloa, hoy están abandonados y en algunos casos, en manos de narcomenudistas que ahí comercian con la droga.
Por ejemplo, alrededor de una caseta de vigilancia en la colonia Texas en Los Mochis, día y noche hay vendedores de droga, ofreciendo grapas de cocaína.
Los compradores llegan en autos, motos o incluso a pie y hacen la transacción ilegal de inmediato. Todos saben que ahí hay un punto de droga pero no hay policía que se atreva a molestarlos.
«En el día, como hace mucho calor por lo general los ves en las banquetas o alrededor de la garita, a veces en las noches ahí se meten a dormir los punteros, y desde ahí atienden.
Como esta caseta abandonada, hay más de 200 en todo Sinaloa, cuya responsabilidad es de los municipios.
«En su totalidad no están cumpliendo el propósito y ese propósito hace muchos años que no se cumple», dijo en entrevista Roberto Valenzuela Leal.
En los mochis, municipio de Ahome, varias casetas han sido vandalizadas, y usadas como refugio de personas en situación de calle o de adictos.
Algunas han sido rehabilitadas, pero siguen sin ser utilizadas. Hasta ahora no hay un plan para rescatar esos espacios.
En Culiacán, la capital del estado, hay 25 casetas y casi todas están abandonadas.
En el municipio de Salvador Alvarado, cuya cabecera municipal es Guamúchil, hay 15 de estos módulos vacíos.
Para evitar que se vuelvan focos rocos en materia de inseguridad las cerraron con candados, aunque eso no las libra de ser invadidas.
«Son lugares que a veces si están las puertas abiertas o no están las puertas, ahí llegan y se meten, contó un vecino de Guamúchil.
El municipio admite que no hay un plan para recuperar esos espacios, pues no hay suficientes policías para ocuparlas.
«Ahorita únicamente tenemos 67 elementos entre tránsitos, entre policías y entre personal administrativo, entonces ya para nosotros suena imposible cumplir con el propósito de las casetas», dijo Valenzuela Leal.
Las casetas de vigilancia en Sinaloa, fue un modelo de seguridad que surgió entre 1993 y 1998.
Se instalaron en puntos estratégicos y quedaron a cargo de los municipios, quienes las fueron abandonando por falta de elementos o por agresiones a los policías.
A muy pocas se les ha dado otro uso, como esta, en Mazatlán, que se convirtió en biblioteca.
Durante la administración del gobernador Quirino Ordaz Coppel, se buscó recuperarlas en coordinación con los municipios, pero el plan no prosperó.