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La presidenta Sheinbaum, consciente del riesgo, pidió a Rosa Icela Rodríguez desactivar el problema y ordenar a Monreal corregir el rumbo.

Claudia Bolaños @claudiabola

Dicen que Ricardo Monreal perdió el toque. El intento de usar al contralor del INE como ariete político no solo fracasó, sino que dejó al descubierto la falta de perfil técnico de Víctor Hugo Carvente, que en vez de actuar como garante de legalidad, privilegió lo político y revivió un expediente de 2021, ya desactivado hace años, en un órgano autónomo que exige independencia y profesionalismo.

Y para colmo, nos cuentan, lo hizo saltándose a su jefa, Raquel Buenrostro, secretaria Anticorrupción del Ejecutivo Federal. La presidenta Sheinbaum, consciente del riesgo, pidió a Rosa Icela Rodríguez desactivar el problema y ordenar a Monreal corregir el rumbo.

En el balance, el tiro salió por la culata: el contralor quedó exhibido como un improvisado político y no como un técnico imparcial, mientras que Monreal cargó con el costo de una maniobra fallida en pleno debate de la reforma electoral.

La resucitación fue de una queja interpuesta en 2021 contra consejeras del INE por haber aplazado la revocación de mandato de Andrés Manuel López Obrador, la cual había sido presentada por el partido Morena. La denuncia original se presentó en diciembre de 2021, y ahora se reactivó con la solicitud de que se sancione a las consejeras.

El hecho generó una serie de críticas, porque es un tema que podría interpretarse como una forma de acoso, que intenta victimizar a alguien que ya incluso culminó su cargo en la presidencia.

Y  luego se intentó aparentar que el coordinador morenista resolvería ese problema, y pues sí pero él mismo lo generó, nos aseguran.

De esta manera,  tuvo que pedir al quejoso, Sergio Gutiérrez Luna, que retirara la queja que inició hace más de cuatro años.

Y Sepa La Bola, pero luego de que Manuel Espino sufriera un derrame cerebral, el mismo Monreal tuvo la idea de que los 253 diputados federales de Morena hicieran una “coperacha” de cinco mil pesos cada uno para ayudarle con los gastos hospitalarios.

Y aunque se dice que ‘vamos bien’ y que los servicios médicos ya son de calidad —incluso, diría Andrés Manuel López Obrador, por encima de la mismísima Dinamarca—, la familia de Manuel Espino decidió llevárselo a un hospital privado y no dejarlo en manos del gobierno.

Dicen que la cuenta ya suma casi los 4 millones, lo que es «una cuenta impagable» para él, según el propio Monreal.

Sin embargo, los morenistas no han sido del todo solidarios y solamente han logrado reunir 400 mil.

Ahora varios suspiran por aquellos tiempos en que los legisladores tenían gastos médicos mayores, para recibir una atención médica de calidad que varios no quieren dejar de tener.

Y pues ante ello, es importante cuestionarse:  Cómo se exige a farmacéuticas a las que no les han liquidado pagos, que sigan surtiendo a hospitales del gobierno demás medicamentos. Eso es inaceptable aquí y en marte.