En México, los planes de protección civil suelen aparecer después del desastre, y las promesas de reconstrucción se diluyen con el lodo.
Miguel Camacho @mcamachoocampo
Si hay una frase de la cual los gobiernos mexicanos, de todos los colores, no han entendido el significado, es: “Más vale prevenir que lamentar.”
Menciono lo anterior por la desgracia que enfrentan varios estados del país por las lluvias, lluvias que, hasta el momento de escribir estas líneas, han dejado 66 personas muertas, más de 70 desaparecidos y una cantidad de daños materiales aún sin cuantificar.
La presidenta Sheinbaum visitó la zona afectada y vio las necesidades de la gente, conoció su desesperación. Se dio un baño de pueblo, pero no del pueblo colocado estratégicamente para gritarle “¡presidenta, presidenta!”, sino de un pueblo víctima de una tragedia que pudo haberse evitado.
Sí, pudo haberse evitado. Porque aunque diga el gobierno que no había elementos científicos contundentes para presumir la manera como llovió, lo cierto es que no se hizo caso de los reportes de Conagua.
Mientras el agua arrastra casas, autos y esperanzas, los funcionarios repiten el mismo libreto: “fue un fenómeno atípico.” No, lo atípico sería verlos prevenir. En México, los planes de protección civil suelen aparecer después del desastre, y las promesas de reconstrucción se diluyen con el lodo.
De norte a sur, la historia se repite: cauces invadidos, drenajes colapsados, presupuestos recortados y una sociedad que se acostumbra a sufrir como si fuera destino. No lo es. Es decisión —o mejor dicho, omisión—.
Porque en México no nos falta información ni advertencias, nos falta voluntad para actuar antes del desastre.
Tal vez muchos de ustedes me digan, con razón, que las lluvias no fueron culpa de las administraciones actuales. Están en lo cierto. Lo que sí cae en la responsabilidad histórica de los gobiernos, no sólo de Morena, sino de todos los colores, es no haber hecho lo suficiente para mantener seguras las zonas de riesgo y a la población que en ellas vive.
La presidenta Sheinbaum hizo bien en salir de la burbuja y recorrer las zonas afectadas, pero sería mucho mejor que los tres niveles de gobierno entendieran que prevenir no es gasto: es responsabilidad. Y que los compromisos que hagan con los afectados no se los lleve la corriente.
EN EL TINTERO
Que alguien le diga al senador Adán Augusto López que es el momento de dejar la política y retirarse a su notaría a administrar sus bienes. Podría negociar una escolta para él y su familia, y vivir tranquilo el resto de su vida. De insistir en quedarse, su destino podría ser de pronóstico reservado.