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Aunque Ovidio mencione en su canto a personajes de la vida política mexicana, el gobierno de Estados Unidos sabrá guardar esas notas hasta que les resulte útil darlas a conocer.

Miguel Camacho @mcamachoocampo

Estimadas amigas y amigos que me hacen el enorme favor de leerme… ¿Ya compraron sus palomitas?

Me atrevo a hacerles esa pregunta porque el Gran Festival de Canto Narco ya comenzó. El primero en salir a escena fue Ovidio Guzmán, y la primera pieza que interpretó en el escenario de una corte federal de Chicago fue: “Soy culpable”.

Sin embargo, quien robó los reflectores en este primer concierto fue su abogado, Jeffrey Lichtman, defensor de narcos célebres, quien al salir de la audiencia arremetió contra la presidenta Claudia Sheinbaum y la acusó de actuar como el brazo de relaciones públicas de una organización narcotraficante, y no como la líder honesta que merecen los mexicanos.

Sus declaraciones le parecían irrespetuosas y que su gobierno no establece relaciones de contubernio con nadie. Pero ahí se cometió un error de comunicación: se puso al nivel del abogado de un narcotraficante.

Para ahondar el desatino, anunció que presentará, en México, una demanda por difamación contra el defensor de Ovidio. Porque —dijo— lo dicho por Lichtman no podía dejarse pasar.

Pero Lichtman no es un santo. Vive del negocio de defender criminales de alto perfil y sabe usar el micrófono como arma legal. Con sus respuestas y el anuncio de la demanda —a todas luces inútil— se le dio una relevancia que no tenía.

Demandar a un abogado estadounidense por difamación en tribunales mexicanos es como intentar detener un misil con una servilleta.

Y el problema no es solo la forma, sino el fondo. Lo dicho por la presidenta no fue tanto un error suyo, sino de sus asesores, que al parecer se pusieron nerviosos y priorizaron la defensa de la imagen del movimiento antes que la investidura presidencial.

Y esos consejos pudieron venir del miedo. Del nerviosismo de muchos de los suyos, relacionados con estos grupos criminales y que caminan con un manto de pureza que no merecen llevar.

Y saben qué, estimadas y estimados lectores, la 4T tiene razones para estar nerviosa. Porque aunque Ovidio mencione en su canto a personajes de la vida política mexicana, el gobierno de Estados Unidos sabrá guardar esas notas hasta que les resulte útil darlas a conocer.

Así que, amigas y amigos, el festival apenas comienza. Y lo interesante no será solo lo que cante Ovidio, sino a quién le dedica sus estrofas.

EN EL TINTERO

Donald Trump volvió a sacar el garrote de los aranceles contra productos mexicanos… Esto será un cuento de nunca acabar.

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