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La desbandada de elementos ha sido constante.

La crisis de seguridad en Jalisco tiene nombre y apellido: Juan Pablo Hernández, titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.

A pesar de los discursos oficiales, la realidad en municipios como Teocaltiche y Villa Hidalgo es alarmante. No solo no se ha logrado conformar una corporación policial funcional, sino que las comisarías siguen prácticamente desiertas.

Este lunes se anunció con bombo y platillo el inicio del proceso para reintegrar las comisarías municipales tras la intervención estatal de febrero.

Sin embargo, lejos de ser un avance, lo que queda en evidencia es la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad básica de estos municipios.

Hoy, la policía municipal de Teocaltiche apenas cuenta con 10 elementos activos, y Villa Hidalgo con 21, cuando lo mínimo indispensable serían 60 por municipio. No llegan ni al 40% del personal necesario.

La desbandada de elementos ha sido constante. Al menos 15 uniformados de Teocaltiche han causado baja recientemente, y según Hernández, muchos decidieron renunciar ante la promesa de una “supervisión muy estricta”.

Mientras tanto, las convocatorias para reclutar nuevos policías siguen abiertas, pero la respuesta es mínima.

El discurso oficial sigue apostando por el control y la certificación, cuando lo que hace falta es voluntad política, inversión y liderazgo.

El fracaso de Juan Pablo Hernández en esta tarea deja claro que la estrategia de seguridad en Jalisco está rota, y son los ciudadanos de Teocaltiche y Villa Hidalgo quienes pagan el precio con su vida cotidiana.