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El alcalde de Cuernavaca se ha consolidado como uno de los liderazgos políticos más sólidos de Morelos, no por confrontar, sino por gobernar. Su liderazgo nace y crece en la oposición.

Raúl García Araujo @araujogar

En política, el poder no se declara: se construye. Y hoy, en Morelos, ese poder se está edificando desde Cuernavaca. José Luis Urióstegui Salgado no gobierna la capital por inercia ni por discurso; la gobierna con resultados. En un contexto estatal fragmentado y con liderazgos debilitados, ese dato no es menor: lo coloca en una posición política claramente dominante.

Urióstegui entendió algo que muchos subestiman: administrar bien es ejercer poder. Mientras otros apuestan a la confrontación permanente o a la narrativa sin sustento, su gobierno ha apostado a la eficacia.

Seguridad con estrategia, finanzas con disciplina y gobernanza con participación ciudadana no son conceptos aislados, sino una misma lógica de control institucional. Esa coherencia explica por qué hoy es uno de los alcaldes con mayor peso político y mediático en Morelos, aun gobernando desde la oposición.

En materia de seguridad, Cuernavaca dejó atrás la simulación. Profesionalización policial, capacitación constante, uso de tecnología, coordinación interinstitucional y ciudadanía organizada han dejado de ser promesas para convertirse en políticas operando. Este enfoque ha devuelto algo clave al gobierno municipal: autoridad legítima, un activo político que no se improvisa y que se construye en el territorio.

Ese orden institucional se reflejó también en el terreno financiero. Recibir una ciudad quebrada y reducir de manera histórica una deuda millonaria, liquidar pasivos bancarios y enfrentar adeudos ocultos sin frenar la obra pública constituye una jugada política de alto nivel. En Morelos, pocos pueden presumirlo. La estabilidad financiera no solo ordena las cuentas públicas; ordena el tablero político y amplía el margen de maniobra.

Con estos antecedentes, este miércoles 10 de diciembre, Urióstegui rendirá su primer informe sobre el estado que guarda la administración pública de Cuernavaca. No será un acto protocolario, sino un corte de caja político. En este caso, el informe no se sostiene en promesas, sino en resultados verificables, y eso cambia por completo la lectura.

Pero el poder político moderno no se limita a la seguridad ni a las finanzas; también se ejerce desde la proyección internacional y la diplomacia cultural. La reciente visita del embajador de Japón en México, Kozo Honsei, al Museo de la Ciudad de Cuernavaca no fue un gesto social ni una fotografía casual. Fue una señal clara de que la capital morelense vuelve a colocarse en el radar internacional como una ciudad con identidad, estabilidad institucional y capacidad de interlocución global.

Cuernavaca hoy no solo se gobierna: se proyecta. Recupera presencia, reconstruye confianza y vuelve a ser referente. Eso explica por qué el liderazgo de Urióstegui ya no es únicamente municipal. En política, quien controla la capital controla la conversación, y hoy esa conversación se articula desde Cuernavaca.

Todo esto confirma un hecho central: José Luis Urióstegui Salgado se ha consolidado como uno de los liderazgos políticos más sólidos de Morelos, no por confrontar, sino por gobernar. Su liderazgo nace y crece en la oposición, pero con una ventaja decisiva frente a sus pares: tiene resultados que lo respaldan.

En tiempos donde la política suele confundirse con ruido, Cuernavaca ofrece una lección incómoda para muchos: gobernar bien sigue siendo la forma más efectiva de construir poder. Y cuando el poder se construye con resultados, deja de ser coyuntural para convertirse en proyecto. Por eso, hoy, el nombre de José Luis Urióstegui Salgado ya no solo pesa en la capital; empieza a marcar el ritmo político de todo Morelos.

 

En Cortito: Nos cuentan que en el Estado de México comienza a configurarse un nuevo liderazgo político desde uno de los territorios más complejos y estratégicos del país: Ecatepec.

Gobernar este municipio no es un reto menor; es una prueba de capacidad, carácter y visión. En ese contexto, el Primer Informe de Gobierno de Azucena Cisneros Coss no fue solo un acto de rendición de cuentas, sino una señal clara de que algo distinto se está construyendo en una de las capitales sociales y electorales más importantes de México.

Mil obras realizadas con una inversión de 721 millones de pesos en apenas un año no son un dato administrativo: son una definición política. Cisneros Coss entendió que en Ecatepec gobernar es intervenir el territorio con hechos visibles.

La reducción de hasta 50 por ciento en delitos de alto impacto, la pavimentación de más de 444 kilómetros de vialidades y, por primera vez en la historia del municipio, la inversión en infraestructura hidráulica para llevar agua por red a más de 300 mil personas, marcan un punto de quiebre frente a décadas de abandono.

El respaldo político que arropó el informe confirma que Ecatepec ha recuperado centralidad. La presencia de liderazgos estatales y federales, así como de alcaldes de municipios clave del Valle de México, revela que lo que ocurre en Ecatepec ya no es un asunto local, sino parte de la reconfiguración política del Estado de México.

El acompañamiento de la gobernadora Delfina Gómez y de la presidenta Claudia Sheinbaum refuerza esa lectura: Ecatepec volvió a ser prioridad.

Más allá de las obras, el mensaje de fondo es político y social: el poder se construye con el pueblo. Unidad, organización comunitaria y dignidad como ejes de gobierno no son consignas, son método.

En un municipio que fue tratado durante años como fábrica de votos y de pobreza, hoy se perfila un nuevo liderazgo de la mano de Azucena Cisneros Coss que gobierna desde el territorio, con resultados y con respaldo social.