
Capturan en Tijuana a «El Flakito», líder del Cártel de los Arellano Félix
El líder criminal fue detenido junto con su escolta y dos mujeres en su domicilio en la calle Cumbres de la Encantada, en el Fraccionamiento Fundadores de Tijuana
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Martha Laura Mendoza, presidenta de Tepalcatepec y su esposo fueron asesinados al salir de casa este martes
Los cinco musicos y un chofer fueron vistos por última vez en la Carretera a Terán, cuando viajaban en una camioneta Suburban color blanca modelo 2018, con placas GZG495-E de Guerrero
Mario Alberto Lover Martínez, quien fue líder del movimiento de expolicías federales que no aceptaron ser transferidos a la Guardia Nacional tras la desaparición de la Policía Federal
Este martes, se difundieron fichas de búsqueda de los músicos, reportados como desaparecidos el domingo, mientras se dirigían a General Terán, Nuevo León
Lo más preocupante del clima de crispación que se vive es que esas palabras pueden convertirse en combustible y fuego para un conflicto mayor.
Miguel Camacho @mcamachoocampo
Algo anda mal en la política mundial. El diálogo acabó. Creo que nos encaminamos a un sistema político cuyo lema será: “Nada más mis chicharrones truenan”.
Las palabras, en la política, dejaron de ser ladrillos para construir puentes de entendimiento; se convirtieron en armas de destrucción social.
Por ejemplo, la sociedad mexicana está dividida en chairos, fifís, neoliberales, liberales, conservadores… más lo que se acumule esta semana.
Pero lo más preocupante del clima de crispación que se vive es que esas palabras pueden convertirse en combustible y fuego para un conflicto mayor.
Un ejemplo de las consecuencias extremas de la confrontación política se registró hace unos días en Colombia, cuando un joven de 15 años disparó a un senador en campaña.
El atentado contra Miguel Uribe Turbay cimbró a Colombia. El senador, exsecretario de Gobierno de Bogotá y uno de los opositores más visibles del presidente Gustavo Petro, fue herido durante un acto político en el barrio El Codito. Su atacante no tenía antecedentes penales, tampoco nexos confirmados con bandas criminales. ¿Un fanático en construcción? ¿O un instrumento de alguien más?
Después de la conmoción, en lugar de una condena unánime, el país se polarizó aún más. Unos lo minimizaron. Otros insinuaron montajes. En redes abundaron las teorías y los insultos. La violencia política, una vez más, se volvió parte del espectáculo.
Uribe Turbay, joven senador del Centro Democrático, representa un ala que ha sido crítica, dura y constante con el presidente Petro. En cada intervención lo acusa de populista, de desinstitucionalizar al país y de rodearse de cuestionables aliados. Petro, por su parte, lo ha calificado de “nieto del privilegio”, de mentir sistemáticamente y de atizar miedos desde la oposición.
El duelo ha sido verbal, sí, pero cargado de simbolismos. La política colombiana, como la mexicana, se ha convertido en un ring donde los contendientes olvidan que, del otro lado, hay ciudadanos con miedo, con rabia… pero también con esperanza.
El joven agresor fue aprehendido y procesado por tentativa de homicidio agravado y porte ilegal de armas, bajo el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente. Pero, más allá del proceso legal, lo que inquieta es lo que sugiere: un menor, sin historial violento, intentando asesinar a un senador. ¿Qué lo llevó a ese punto?
Según reportes, el menor fue incitado por adultos. ¿Quiénes son? ¿Con qué fin? Pero el mensaje es claro: en un ambiente político degradado, cualquier mente influenciable puede convertirse en verdugo.
Si me hizo favor de llegar hasta aquí, tal vez se pregunte: ¿qué @#$_& nos importa lo que pasa en Colombia?
México también está atrapado en una espiral de polarización. Aquí también tenemos líderes que dividen, campañas donde se acusa más de lo que se propone, y candidatos que —literalmente— no llegan vivos al día de la elección.
Durante el proceso electoral de 2024, más de 30 aspirantes fueron asesinados. Muchos más recibieron amenazas o fueron forzados a abandonar sus candidaturas. Y lo más grave: una parte de la sociedad ya lo asume como “normal”.
Lo de Uribe Turbay no fue una tragedia aislada. Es un síntoma. Una alerta. Un espejo que nos muestra cómo la radicalización puede permear todos los niveles: del Congreso a la calle, del discurso político al corazón de un menor.
México no puede permitirse ese lujo.
Porque cuando los líderes convierten al adversario en enemigo, cuando el debate se sustituye por la burla, cuando el insulto reemplaza a la propuesta, el desenlace es inevitable: la violencia se vuelve política.
EN EL TINTERO
Deseo que se llegue al fondo en la investigación del atentado en Colombia. Su gente ha sufrido mucho por la violencia. No merece más.
Lo que está sucediendo en Campeche con el periodista Jorge Luis González Valdez vaticina una nube negra sobre los medios de comunicación y quienes nos dedicamos al periodismo. Una jueza de control le prohibió ejercer su oficio por dos años, presuntamente por cometer los delitos de calumnias y discursos de odio contra la gobernadora Layda Sansores.
El escenario está claro: cuando se critique a los gobernantes serán calumnias, pero cuando ellos nos critiquen —o sus simpatizantes nos persigan— será la expresión de opiniones.
Me gustaría conocer tu opinión:
pongamosdesorden@gmail.com