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Anunció Base Regional contra el crimen organizado.

A su regreso de una gira por Asia, el gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, arribó este jueves a Villa Hidalgo, uno de los municipios más golpeados por la violencia en la región Altos Norte.

Lo hizo rodeado de un impresionante dispositivo de seguridad compuesto por policías estatales, elementos del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional.

El despliegue, visible en los videos que él mismo compartió en sus redes sociales, reveló una imagen clara: un territorio que sigue siendo inestable, pese al discurso triunfalista del gobierno estatal.

Lemus acudió para dar el banderazo a la construcción de una Base de Seguridad Regional, parte de su estrategia para combatir al crimen organizado.

Según anunció, la obra tendrá una inversión inicial de 30 millones de pesos, y el próximo año se destinarán otros 35 millones. Pero más allá de los recursos anunciados y las cifras optimistas, hubo una ausencia que pesó demasiado: el gobernador no hizo una sola mención a las personas desaparecidas en el municipio, un tema que ha generado profunda preocupación en la población y que se esperaba fuera una de las prioridades de su visita.

Lejos de responder a la demanda de verdad y justicia por parte de las familias afectadas, Lemus optó por enfocarse en discursos sobre infraestructura y estadísticas de seguridad.

Presumió una reducción del 58% en los homicidios dolosos en Jalisco entre junio de 2024 y junio de 2025, y afirmó que la entidad lidera en la baja de este delito a nivel nacional. Sin embargo, la necesidad de movilizar fuerzas armadas y escoltas fuertemente armadas para su visita pone en duda la efectividad de esas cifras y expone una realidad que contradice el optimismo oficial.

El silencio del gobernador frente a la crisis de desapariciones resulta preocupante. En un estado con miles de personas ausentes y fosas clandestinas localizadas constantemente, eludir el tema no solo es insensible, sino políticamente irresponsable. La visita, en vez de generar confianza, dejó una sensación de distancia, de un gobierno más enfocado en la imagen que en atender el dolor de sus comunidades.

Así, Villa Hidalgo recibió al gobernador entre promesas de inversión y calles bloqueadas por convoyes militares. Pero también lo despidió con una pregunta que sigue sin respuesta: ¿dónde están los desaparecidos?