La visita del mandatario dejó la impresión de un gobernante que pisa terreno inseguro solo bajo el resguardo de un despliegue militar y policiaco.
Tras meses de ausencia en Nochistlán —uno de los municipios que el propio Gobierno Federal considera de los más violentos de Zacatecas—, el gobernador David Monreal regresó este jueves, pero lo hizo escoltado por un fuerte operativo de seguridad, prácticamente blindado.
La visita se da apenas un mes después de que el secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, encabezara en la región un operativo que culminó con la captura del exalcalde de Apulco, Mauro Jáuregui, acusado de homicidio y de vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación.
En ese escenario, Monreal buscó presumir logros en seguridad: aseguró que los homicidios dolosos han disminuido en más del 80 por ciento y que Zacatecas ya es “uno de los estados más seguros del país”, atribuyendo el mérito al trabajo conjunto del Ejército, la Guardia Nacional y las policías estatales.
Sin embargo, su mensaje contrastó con la realidad que se vive en Nochistlán y en buena parte de Zacatecas: poblaciones sometidas al control criminal, desplazamientos forzados, desapariciones y una violencia que mantiene en zozobra a la ciudadanía.
La entrega de patrullas, chalecos antibalas, uniformes y la promesa de un C5 con inversión de mil millones de pesos sirvieron como escaparate político en el séptimo Consejo Intermunicipal de Seguridad Pública. No obstante, la presencia del gobernador rodeado de fuerzas federales evidenció la distancia entre la narrativa de “pacificación” y la situación cotidiana de los habitantes.
Monreal aseguró que “los números no mienten” y que su administración va “a pasos agigantados” en la pacificación del estado. Pero en municipios como Nochistlán, los números siguen teniendo un peso amargo: homicidios, desapariciones y la constante presencia del crimen organizado.
Al final, más que un acto de cercanía con la población, la visita del mandatario dejó la impresión de un gobernante que pisa terreno inseguro solo bajo el resguardo de un despliegue militar y policiaco.






