Nunca como ahora, el Río Bravo, ha cobrado tantas vidas de migrantes que huyeron por la pobreza y la violencia

Texto y fotos: Emanuel Martínez

Piedras Negras, Coahuila se ha convertido en el sueño y la tumba de ilusiones de miles de migrantes que han arribado a esta ciudad fronteriza con la intención de llegar a Estados Unidos e iniciar una nueva vida.

Nunca como ahora, las aguas del Río Bravo, han cobrado tantas vidas de migrantes que huyeron de su tierra por la pobreza o la violencia. Algo tan simple y que para ellos en este momento es inalcanzable: vivir en paz.

Llegar a Piedras Negras ya es un logro por sí mismo para los migrantes: implicó burlar a la delincuencia común y organizada, a las policías locales de todo México, enfrentar la discriminación y el desdén que conlleva ser migrante.

Verlos cruzar el río con la esperanza de que al tocar suelo estadounidense les darán asilo político es una mentira que se dicen para darse ánimos. Ellos saben que apenas salgan del agua y los detengan serán deportados de inmediato.

Lo hemos visto tantas veces.

Y aún así ellos y nosotros sabemos que es la única opción que tienen pues allá en Centroamérica sólo les espera pobreza, violencia y muerte.

Qué pensaran las nueve personas que se ven en la foto que encabeza este artículo; nueve personas que van tomadas de la mano, formando una cadena humana para que no los arrastre la corriente del Bravo.

Les tomó cinco minutos cruzar el río y aunque lograron su objetivo, de aquel lado ya los esperaban militares y agentes de la Patrulla Fronteriza.

Una dolorosa historia que vemos todos los días y que parece no tener fin.